Tribuna

Carta de París para Sánchez: prepara recortes

La debilidad parlamentaria de Pedro Sánchez no hará sino agravar la presupuestaria y por ende la precariedad de nuestras finanzas públicas. Se verá aumentada, además, por la exigencia de los mercados de mayores rentabilidades

Hemos disfrutado y aún gozamos de años de bonanza económica gracias a la patada adelante que a causa de la pandemia se dio en todo Occidente a la deuda pública. Los mercados dan señales, como muestra el ascenso del precio del oro, de que se ha acabado la fiesta.

La España del sanchismo ha aprovechado hasta ahora ese permiso postpandémico de la UE para gastar más; se ha beneficiado del margen, además, que le propiciaron los recortes de Rajoy; y de la mejoría financiera de los países que fuimos PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y «Spain»). Y hemos estado creciendo por encima de la media europea.

Pero se ha acabado la fiesta del gasto público para todos; porque el Tesoro de EEUU tiene un déficit del 6,5% del PIB y una deuda del 120%; y la eurozona para mantener la suya se ve obligada a emitir 1,2 billones de deuda soberana neta…Que alguien tendrá que comprar.

El problema también para todos es que esos compradores de bonos piden hoy más intereses por su inversión que en la postpandemia. La economía mundial ha crecido, gracias a ese aumento de déficit y deuda, un 3%; pero ahora tendrán que devolverla y pagar los intereses que exige el mercado por asumirla…O empezar a reducirla. Es decir, pedir sacrificios a sus ciudadanos.

Y eso es lo que dice la carta que con su plan de recortes brutales ha escrito desde París el primer ministro Bayrou a las cancillerías europeas y muy especialmente a la española de Pedro Sánchez; porque carece de la credibilidad y predictibilidad que dan una sólida mayoría parlamentaria a corto plazo y del robusto consenso social a largo de los países austeros con menos deuda contraída y por tanto con más margen para endeudarse.

Francia sabe que ha agotado -con su 113% de deuda pública sobre el PIB- todas las posibilidades de crecer gracias a ella y que ha llegado el momento de recortar a saco o de lamentar no haber recortado el día en que no puedan pagar los intereses que exige el mercado. España tiene un 103%; pero confía en el crecimiento previsto para ir reduciéndola. Ese crecimiento español no está asegurado; pero que hay que devolver las deudas y pagar los intereses; sí.

Francia sufrirá un otoño caliente con el Plan Bayrou para recortar 44.000 millones de euros y pasar del 2,5% de déficit actual al 2,8% en el 2029. Y para empezar soportará un año en blanco, el próximo, en el que no subirán ni pensiones; ni sueldos públicos; se recortarán 3000 empleos públicos y el gasto sanitario y seguridad social.

Se eliminarán dos días festivos nacionales y se aumentarán los impuestos a las clases altas al tiempo que se intensifica la lucha contra el fraude fiscal. Bayrou enfatiza la necesidad de romper con la «adicción al gasto» y promover la reforma del desempleo mientras se estimula la creación de valor añadido para impulsar la productividad. La baja productividad, nos avisa Bayrou, es también el gran mal endémico de la economía española. También se propone simplificar la burocracia y agilizar la gestión pública priorizando los resultados sobre la mera presencia.

Bayrou justifica el paquete alegando que Francia se ha convertido en el país del mundo con mayor gasto público en proporción al PIB y una «adicción» al gasto estatal insostenible. Sin su plan el pago por la deuda superará los 100.000 millones de euros anuales en 2029 para convertirse en la mayor partida del presupuesto nacional…Y en inasumible por los mercados y los «vigilantes» de la deuda francesa que podrían dejar de comprarla hasta que ofreciera unos intereses inasumibles…Y su crisis de deuda sería la del euro.

Bayrou carece de la mayoría asegurada… ¿Les suena? Para aprobar su plan. La calle podría tumbarlo, como tantas cosas antes en las calles de París; pero los mercados y las instituciones europeas lo refuerzan. También aconsejan la adopción de medidas similares en España antes de que el crecimiento prometido no aparezca. El 13% de nuestro PIB depende, por ejemplo, de un sector turístico que no se puede permitir una mala temporada. El turismo, además, genera mucho empleo, pero de poca productividad. De ahí que nuestros salarios también sean bajos mientras que nuestros precios son altos para nuestro poder adquisitivo, porque los fija el turista.

La simplificación burocrática que reclama Bayrou es no menos necesaria en la España de las autonomías donde sufrimos evidentes duplicidades administrativas por intereses partidistas. ¿Para qué sirven los ministerios sin competencias o las consejerías autonómicas duplicadas excepto para colocar clientela de partido?

Nuestra administración debe dejar de requerir solo presencialidad al empleado público para exigir resultados en un entorno laboral más dinámico y con tecnología digital integrada y automatización de procesos con incentivos a la productividad. España necesita, como Francia, de nuevos liderazgos en la administración más participativos y con mayor autonomía de los equipos.

La debilidad parlamentaria de Pedro Sánchez no hará sino agravar la presupuestaria y por ende la precariedad de nuestras finanzas públicas. Se verá aumentada, además, por la exigencia de los mercados de mayores rentabilidades. Y la falta de consensos harán aún más difícil en España que en Francia esas reformas imprescindibles. La carta de Bayrou desde París nos debería hacer pensar al respecto. El calendario empieza a apretar.

Ana María Gil Lafuente. Catedrática de la Universidad de Barcelona. Académica de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras