Y volvieron cantando

Cinco meses son una eternidad

Poca contribución a la calidad democrática ergo, primero, mañana los ciudadanos pondrán a cada uno en su sitio y segundo, de aquí a diciembre por caridad, menos fanfarria y más gestión

Y llegó el sábado de reflexión. En esta jornada de absurdo ensimismamiento político con uno mismo porque lo dice la ley –como si el resto de los días dentro o fuera de la campaña no fuéramos capaces de reflexionar– cabe preguntarse si la ciudadanía de un país, además de ser capaz de apechugar con una interminable precampaña de cinco meses desde primeros de año, tendrá las suficientes tragaderas para continuar bajo la misma dinámica de aquí a diciembre donde aguardan los comicios generales. El tránsito hacia esta víspera del «28-M» no ha sido ni corto, ni fácil, ni indoloro, ciento cincuenta días de actividad política casi monográficamente enfocada hacia la demoscopia tal vez sean demasiado y cabe preguntarse si, tras lo visto y oído en este periodo, la calidad democrática de nuestro país ha mejorado o por el contrario se ha resentido seriamente. La eterna precampaña hacia la hora de la verdad de mañana domingo arrancaba tras las navidades, con una estrategia del gobierno centrada en dar carpetazo a la polémica reforma del Código Penal en torno a la malversación y la sedición engrasando el BOE ante lo que sería una constante batería de medidas sociales durante meses. La cruda realidad se impuso frente a las cuentas de la lechera en forma de tsunami contra el gobierno –está por ver si afecta más a socialistas o a podemitas– a propósito de una ley del «solo sí es sí» que ha batido todos los registros de impopularidad por el mismo asunto contra un ejecutivo desde los tiempos del «no a la guerra». Hemos visto como por primera vez un gobierno se saltaba sistemáticamente a la torera las indicaciones de la junta electoral aprobando en consejo de ministros propuestas anunciadas previamente en mítines de partido. Hemos visto también como la mesa de portavocía de Moncloa se convertía, a pesar de la junta electoral, en un atril de ataques partidistas; hemos contemplado propuestas sacadas de la chistera electoral propias del club de la comedia y hemos asistido a hechos que harían vomitar a una cabra, como la utilización de la imagen de un ciudadano anónimo como arma política reflejando su rostro en la camiseta de una ministra en sede parlamentaria.

Poca contribución a la calidad democrática ergo, primero, mañana los ciudadanos pondrán a cada uno en su sitio y segundo, de aquí a diciembre por caridad, menos fanfarria y más gestión.