El trípode

«Claves ocultas de la Historia de España»

El patriota ama a su Patria como un buen hijo ama a su madre y su familia, con sus virtudes y sus defectos, con sus aciertos y sus errores

«No se puede amar lo que no se conoce y no se defiende lo que no se ama». De aquí la importancia del estudio, el conocimiento y la difusión de la verdadera Historia, como «maestra de la vida» en expresión de Cicerón, para una auténtico y sano patriotismo tan alejado del nacionalismo excluyente como del «patrioterismo». El patriota ama a su Patria como un buen hijo ama a su madre y su familia, con sus virtudes y sus defectos, con sus aciertos y sus errores, porque «errare humanum est».La ama como es y con deseos de trabajar por su perfección, y no reniega de los éxitos, aciertos y virtudes de otros, a diferencia del nacionalista excluyente que necesita de la negación del otro para afirmarse a sí mismo. En España vemos como los nacionalismos periféricos construyen una historia mítica alejada de la verdadera y en contraposición a la historia común española, mientras en el plano político nacional, hemos llegado al oxímoron de la «memoria democrática», imponiendo por ley lo que solo podemos y debemos «memorizar» como democrático de nuestra Historia.

Es ésta una auténtica distopía orwelliana propia del «gran hermano» al que todos los autócratas aspiran, conscientes de que quien controla el pasado con su poder presente, domina el futuro. La Historia de España, con sus luces y sombras, y con su Leyenda Negra, –exterior e interna–, está plagada de grandes acontecimientos, cuya intrahistoria esconde aspectos –unos conocidos y no pocos de ellos desconocidos– sin los cuales no se entiende ni España ni su Historia en plenitud. Rafael Molina es un historiador barcelonés que ha tenido el coraje y la capacidad de recapitular en un espléndido y arduo trabajo –de título «Batallas olvidadas y claves ocultas de la Historia de España»– una extensa selección de gestas y acontecimientos diversos, militares, políticos, económicos…, muchos desconocidos por el gran público y necesarios para una adecuada comprensión del «ser» de España. No esconde el autor su cosmovisión católica de nuestra identidad nacional e histórica –en línea con los grandes historiadores Sánchez Albornoz, Menéndez Pidal, Zacarías Vizcarra o Menéndez Pelayo entre otros–, sino que la afirma sobre hechos y no sólo sobre opiniones. Es de particular reconocimiento que haya sabido combinar el exhaustivo recorrido por 271 eventos de nuestra Historia con la agilidad y sobriedad de su exposición. Es una auténtica felicidad el disfrute de su lectura, adornada con las virtudes de la «elocuencia y la brevedad» como muy bien recoge su Prólogo. De lectura obligada para los amantes de la veracidad de nuestra Historia, resumida y fundamentada con rigor.