Toni Bolaño
«1984»: primarias entreabiertas
Los socialistas franceses y la izquierda italiana han celebrado elecciones primarias para elegir a su candidato a la presidencia. Han sido procesos complejos, no exentos de tensiones, eso nadie lo cuestiona. Pero han conseguido un objetivo: movilizar a la izquierda, sacarla de una situación anodina y remover la política en un marco de desafección, hartazgo y fatalismo. En Francia, las primarias llevaron a François Hollande a la presidencia –no entraremos en detalles sobre su actual situación– y han convertido al alcalde de Florencia, Matteo Renzi, en el secretario general del Partido Democrático con el 68% de los votos.
Las primarias no son una solución en sí mismas a los problemas de la izquierda, todavía convaleciente por el hundimiento de la alternativa socialdemócrata, que ha sido uno de los primeros daños colaterales de la crisis económica, pero son una rampa de lanzamiento a la sociedad. En Francia y en Italia, participaron alrededor del 30% de los votantes de los respectivos partidos, algo así como tres millones de ciudadanos. Una cifra nada despreciable.
Sin embargo, el éxito de estas primarias se sustentaba en la permanencia en la derrota. Italianos y franceses necesitaban salir de su interminable travesía del desierto y las convirtieron en un centrifugado para sus anquilosados aparatos partidarios. Abrieron puertas y ventanas para dejar entrar aire fresco, para que ciudadanos progresistas pusieran sobre la mesa sus exigencias e inquietudes y eligieran alternativas. Cualquiera podía votar. Sólo dos requisitos: expresar su apoyo a los principios de la izquierda y abonar uno o dos euros para costear los gastos de las primarias. Luego sólo votar. Las nuevas tecnologías hacían el resto. Algo tan simple como bloquear el DNI una vez ejercido el derecho a voto ponía coto a los listillos. Era la victoria de las primarias abiertas.
En España, el PSOE también va a convocar primarias abiertas. Bueno, casi. En su afán de control, el Comité Federal aprobará el reglamento de primarias. Parece inspirado en «1984» de Georges Orwell. El Hermano Mayor controlará todo el proceso desde la habitación 101 de la calle Ferraz. Las primarias entreabiertas censarán a los electores en las agrupaciones. La Policía del pensamiento vigilará con primor a los inscritos. En un alarde de neolengua, se arengará a los ciudadanos de que las primarias son un hecho en la izquierda sin registro previo, sin cortapisas, sin requisitos... Rubalcaba se saldrá con la suya. Comparte temores con muchos barones. Tienen urticaria a las primarias. Los miedos de unos y otros evitarán que el PSOE pase por el centrifugado. Apenas le harán un prelavado. Quizás, hace falta más tiempo de permanencia en la derrota para que la dirección socialista abra las puertas del PSOE a los miles de ciudadanos progresistas huérfanos de partido y de alternativa. Está prevista una participación de medio millón de ciudadanos. Lejos quedan esos tres millones que acudieron en Italia y Francia. Todo estará bajo control. Como en «1984». Así las cosas, el Comité Federal de hoy debe ser un punto de partida, no un punto y final. Como Rubalcaba lo fía todo al tiempo –las primaras después del verano–, el tiempo puede cambiar las cosas. Y si no, al tiempo.
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