Julián Redondo

50 sombras de «Ney»

Luis Enrique se tragó los sapos y mantuvo a Neymar en la alineación. El técnico valora lo que es mejor para el equipo en un partido concreto y en la Ciudad de la Luz prefirió los destellos del brasileño sobre el terreno de juego que su cara de vinagre en el banquillo. En el fútbol español sólo hay dos jugadores insustituibles por prescripción facultativa: Cristiano Ronaldo y Messi. No los cambian ni con la «pata» a rastras. Ambos juegan los campeonatos de los demás y sus títulos particulares, todos esos que según llega diciembre inundan los espacios deportivos de récords y debates, la mayoría, estériles. Las 50 sombras de «Ney» no ocultan la admiración que despierta en su país ni en Barcelona. En Brasil, Neymar es tanto o más que Messi en Argentina: indiscutible en la selección y orgullo de la «torcida». Los recovecos de su contrato, los regates de su padre, de Rosell y de Bartomeu a la Hacienda española, con él en plan Chaves-Griñán, como si no supiera nada; sus cambios de pareja, no tantos como los de peinado, o las fotos en magnífica compañía, que no oculta, no limitan ni oscurecen su condición de estrella. Lo que cuenta es su fútbol, también para Luis Enrique, que se comió su orgullo y las pataletas del artista porque la Liga de Campeones, en parte, estaba en juego. Y en el Parque de los Príncipes no le defraudó. Seguro que cuando marcó el gol, al entrenador le dio más gustirrinín que el de Mathieu en su portería. Conclusión: «Ney» aporta más luces que sombras... dentro del campo.