Restringido
A golpe de referéndum
En uno de los momentos más complicados que ha tenido nuestro país muchas personas creen que la mayoría de los líderes políticos se encuentran parapetados de una u otra manera.
La ausencia en el terreno de juego del presidente del Gobierno ha pasado de la categoría de llamativa a preocupante. Después del resultado electoral cabía esperar aún mayor protagonismo del Sr. Mariano Rajoy, que a fin de cuentas ganó las elecciones generales. Los escasos movimientos y negociaciones que ha realizado el Partido Popular indican, más allá de las dificultades objetivas que entraña una situación parlamentaria como la actual, una sensación de agotamiento en el Gobierno o cierta pereza a gobernar lejos del calor de la mayoría absoluta.
No ha sido más activa la imaginación de Ciudadanos, después de que, aunque ha tenido un resultado electoral importante, no ha conseguido alcanzar sus expectativas. Parece conformarse con cualquier situación que no pase por la repetición de elecciones que, posiblemente, le situaría en un escenario bastante peor. Su propuesta de acuerdo a tres bandas, con PP y PSOE, ha supuesto la coartada perfecta para dar por terminada su contribución a dar una salida.
El Sr. Pablo Iglesias no tiene como aspiración gobernar, ni siquiera siente preocupación sobre la manera en que se pueda resolver el sudoku. Su objetivo principal es acabar con el PSOE ocupando su espacio político.
Los socialistas necesitamos un debate sincero y serio, que nos permita adoptar una posición compartida por la mayoría. El ámbito adecuado de discusión podría haber sido un Congreso o, en su defecto, el Comité Federal que se está celebrando hoy.
Los socialistas defendemos la democracia representativa, es decir, somos partidarios de asumir la responsabilidad que nos otorgan los votantes para tomar decisiones en su representación. Otros son partidarios de la democracia directa.
Los que se emboscan detrás del culto a la consulta directa para todo orden de cosas suelen tener una estrategia en la cabeza: que una vez concluido el formalismo de la consulta, terminen ejecutando lo que realmente querían hacer desde el principio.
Como ejemplo, el Sr. Alexis Tsipras que convocó al pueblo griego a un referéndum para terminar haciendo lo contrario unas semanas después, cuando alcanzó un acuerdo con la troika. Quedó demostrado que el objetivo era utilizar la consulta como instrumento de negociación.
Los independentistas de la CUP usaron sus consultas internas como un instrumento para conducir la negociación con los exconvergentes y dar el gobierno a la derecha independentista, algo difícil de explicar a su electorado a priori, pero que la consulta le dio la patina que necesitaban para hacer lo que querían.
Parece que en el PSOE podría imponerse la decisión de hacer una consulta a los militantes socialistas acerca de la idoneidad de un pacto con otras fuerzas políticas. En realidad, se trata de una idea que conecta con el auge de la democracia directa que han impulsado sectores del populismo emergente.
Las contraindicaciones son evidentes, se trata de un instrumento que da resultados difícilmente interpretables, ¿o acaso la consulta se va a realizar en cada paso del proceso de negociación? ¿cada conversación con un partido político se va a someter a votación? o ¿se trata sencillamente de intentar erosionar la legitimidad de la democracia representativa para eliminar el control de la gestión de la dirección?
A simple vista, lo que podría parecerle a mucha gente es que se trata de un movimiento táctico para debilitar a las distintas direcciones socialistas en los territorios españoles de manera que los órganos de fiscalización y control, como el Comité Federal, pierdan capacidad y eficacia.
En realidad, para que un candidato socialista pueda ser investido presidente solo tiene dos posibilidades: bien que reciba el apoyo de Podemos y Ciudadanos, bien que reciba el apoyo de Podemos y los independentistas. La primera de las coaliciones se antoja imposible y la segunda, inaceptable porque ningún dirigente socialista podría aceptar llegar a La Moncloa con el apoyo activo o pasivo de los que solo quieren romper el Estado.
La tentación ante una democracia que se muestra impotente a dar soluciones concretas a problemas complejos y de calado es cubrirse situándose detrás del «pueblo». Pero en realidad, el mar de fondo es que cuando no se asume la responsabilidad que supone la democracia representativa, gana el populismo. Ha llegado el momento de salir de detrás de la roca y de debatir lealmente, de asumir el mandato que a cada uno le han dado, porque la democracia representativa es la menos imperfecta, a pesar de sus limitaciones.
✕
Accede a tu cuenta para comentar