Julián Redondo
A la gloria o al matadero
No especula Simeone. Rota lo imprescindible, porque la plantilla no da para más, o hasta que reviente, y «partido a partido» levanta un monumento colosal a la entrega absoluta, a la solidaridad infinita, al ánimo inquebrantable y a una fe que sin intervalos se convierte en títulos. El seguidor del Atlético sólo ve por los ojos de su entrenador, habla por su boca y siente por su corazón. El Cholo es su mesías. Ha inculcado tal confianza a los jugadores que ven cualquier objetivo al alcance; y la grada, que antes no encontraba respuesta a su apoyo incondicional, que sólo veía fantasmas, ahora vibra, anima y pelea como un jugador más. Simeone alimenta con resultados los sueños de miles de seguidores, tantos años sufridores en silencio, resignados a la mala suerte y a la deficiente gestión de un club cuya singularidad está por encima de cualquier definición. Con Simeone, el Atlético ha sido el primer visitante que ha ganado en el nuevo San Mamés. El triunfo le sitúa en las semifinales de Copa, dos partidos con el Real Madrid...
La diferencia sustancial del Madrid y el Barça con el Atlético, como se encargó de recordar Diego, son cuatrocientos millones. Un dineral. En presupuesto, cinco veces más unos que otro; una distancia que en lo económico es sonrojante y en la Liga no se aprecia. Al contrario. Con un equipo de calidad 8 y de banquillo 7, el Atleti lucha contra adversarios de 10 y 9, dos escalones por encima. Podía haberse dejado ir en la Copa para no sufrir el desgaste al que le someterá el Madrid y apuntalar así sus opciones en Liga y «Champions». Pero va a por todas. Ni especula ni piensa suicidarse. Es la raza de Simeone.
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