Alfonso Rojo

¿A la tercera, la vencida?

La Razón
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Déjense de pamplinas. El único personaje relevante del festival de Vistalegre no ha estado en el ruedo ni en los tendidos de la plaza. Ni siquiera en la enfermería, donde ingresarán bastantes progres después de la paliza de este fin de semana. El tipo clave en la 2ª Asamblea Estatal de Podemos no es Pablo Iglesias. Tampoco Errejón o el pelma de Monedero. Le saca una cuarta a todos ellos, no está afiliado a la organización morada y a estas horas anda por Sudáfrica, tratando de que le saquen fotos en Robben Island, la cárcel dónde permaneció 18 años preso Nelson Mandela.

Se llama Pedro Sánchez y su triunfo en las primarias del PSOE del próximo mes de mayo es lo único que podría revitalizar a Podemos y volver a colocar a los morados como elemento clave del escenario político español. Desde el punto de vista ideológico, Iglesias y Errejón no representan opciones distintas. La bronca podemita nos viene de cine a los periodistas, porque esa mezcla de «machos alfa», coletas, coplillas, profesores trileros, ideas de bombero, compañeras, señoritas y novias despechadas, da al espectáculo un toque «Sálvame» que garantiza sin esfuerzos la audiencia, pero lo que ocurre en Vistalegre o puede emerger de allí no es trascendental. El cambio de verdad, lo que alteraría dramáticamente el panorama, es que Sánchez, empujado por esa militancia que se pone cachonda cada vez que escucha la palabra «Franco» y no se ha enterado todavía de dónde sale el dinero público, se aupara a la secretaría general. Hace justo un año, aunque los listos del PP todavía no parecen conscientes, Pablo Iglesias tuvo en su mano jubilar a Mariano Rajoy, meter a Pedro Sánchez en La Moncloa para cuatro años, convertirse en líder único de la oposición y poner patas arriba España. Le perdió la soberbia y optó por llevarnos a nuevas elecciones, convencido de que Podemos le pegaba el «sorpasso» al PSOE y él terminaría de presidente del Gobierno, Irene Montero dirigiría el CNI y Monedero mandaría en RTVE. Hace menos de seis meses, cuando Sánchez se aprestaba a cerrar un Gobierno Frankenstein con podemitas, independentistas y el sursum corda para presentarlo como hecho consumado a su partido, fue el Comité Federal dominado por los Fernández y el sector sensato, quien echó abajo el desquiciado plan. No se asusten, pero puede haber una tercera y que en junio estemos ya en campaña para nuevas elecciones generales.