A vueltas con Fujimori

Es difícil que las sociedades pasen página de su historia más reciente. Lo bueno y lo malo, del pasado, aparecen cuando menos se espera y etapas históricas que se creían superadas vuelven a surgir no sólo en el imaginario sino, también, en la realidad. Perú se enfrenta a una de estas situaciones. Algunos podrán decir que Keiko Fujimori no es su padre y que la candidata a presidenta se ha desmarcado, aunque sea en contadas ocasiones, de la herencia política de su progenitor. Pero no sería fácil convencernos de que las políticas que propugna Keiko difieren sobremanera de las que llevó a cabo Alberto Fujimori en los años noventa del pasado siglo. Las apelaciones a la reconciliación de la candidata no son otra cosa que la vuelta al pasado en algunos de sus aspectos. No debería ser, sin embargo, una llamada al olvido. Es sorprendente que Perú vuelva al fujimorismo aunque quizá nunca, desde su nacimiento, haya dejado de existir en la política peruana. Sea cual sea el resultado final, una vez se resuelvan en segunda vuelta las elecciones presidenciales, todo apunta a que, en el país andino, la situación política puede volverse cada vez más compleja. Si se descarta la participación, en la segunda vuelta, de la candidata de izquierdas, Verónika Mendoza, una parte del populismo peruano quedaría excluido a la hora de formar gobierno pero la otra parte de ese populismo, protagonizado por Keiko Fujimori, quedaría con muchas posibilidades de alzarse con la victoria. Nada está decidido, pero Pedro Pablo Kuczynski, de centroderecha, sólo podría llegar a ser presidente si el antifujimorismo pudiera aunar sus fuerzas. Perú está en el camino del desarrollo económico desde hace algunos años y es verdad que tiene que superar muchas manifestaciones de desigualdad social así como cuestiones relativas a la seguridad. Lo que menos necesita Perú es que se asienten posiciones populistas. En este momento, iría en dirección contraria a lo que viene sucediendo en la región.