Carlos Rodríguez Braun

Abadía y la familia

Leí con gusto el último libro de Leopoldo Abadía, «36 cosas que hay que hacer para que una familia funcione bien», que publica Espasa. Al final son más de 36, y todas tienen interés y apuntan a defender la institución. Con Abadía las cosas parecen suaves, porque no pretende enseñar nada, pero deja caer ideas correctas aunque políticamente incorrectas. Por ejemplo, cuando habla de la oración en familia, o cuando despacha en cuatro palabras la filfa de que padecemos una explosión demográfica y que ya no habrá más recursos: «Es mentira. Una más». Una más, que no cuela ante su humor, paciencia y sensato reconocimiento de la realidad y sus límites. Hablando de reconocer, la familia es el reconocimiento del otro (la alteridad no fue inventada por los progres): allí nos convertimos en individuos sociales, aprendemos a respetar a los demás y a que los demás nos respeten. Es bonito el ejemplo de la pág. 73, cuando un hijo pequeño canturrea una canción literalmente bárbara de Luis Eduardo Aute, y los padres deciden no decirle nada, no escandalizarse: «Que hay que hablar cuando hay que hablar y hay que callarse cuando hay que callarse...Nos callamos, y se le olvidó». A Leopoldo Abadía no se le olvidan los asuntos económicos y empresariales, empezando por el culto al trabajo, que no es un castigo, y terminando por la necesidad de esforzarnos ante condiciones hostiles, y nunca «llorar y exigir al Gobierno que nos eche una mano».