Iñaki Zaragüeta
Acierto de Felipe VI
Al Rey Felipe VI le sobraban razones institucionales y de todo tipo para no recibir a la presidenta del Parlamento Catalán, Carme Forcadell, para que le trasladara el nombramiento de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat de Cataluña. Por tanto, me reafirmo en que la decisión regia constituyó todo un acierto.
El primer lugar, el Estatuto de Cataluña no indica la forma con la que debe conocer el jefe del Estado la decisión de su Parlamento, menos que lo deba hacer en persona. El artículo 67.4 señala: «El Presidente o Presidenta de la Generalitat es nombrado por el Rey». Como máximo representante institucional, ha de velar por el cumplimiento escrupuloso de las leyes y mostrar sensibilidad hacia los problemas de la vida nacional y, desde luego, la «verraca» montada en Cataluña vulnera consciente y reiteradamente las leyes y las normas de convivencia.
Por si no fuera suficiente, el Estado no puede facilitar vías a quienes pretenden la destrucción de España para montar el espectáculo mediático en el propio Palacio de la Zarzuela y aledaños a favor de la independencia, contra la Monarquía y sabe Dios sobre qué más. Tras revisar conductas anteriores, ¿quién garantizaba lo contrario? Porque estamos hablando de Carme Forcadell, cuyo comportamiento se ha distinguido por irrespetuoso y sectario. Como le decía ayer a mi amigo Rogelio, estoy convencido de que el Rey no hubiera tenido inconveniente en recibir a Oriol Junqueras, por poner un ejemplo, quien desde la diferencia ideológica siempre se ha mostrado con modos más presentables.
Sin devoción especial por el sistema monárquico, me entusiasma comprobar que Felipe VI es en este momento lo más serio y más fiable de nuestro panorama público. Por ello, mi aplauso. Así es la vida.
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