Ely del Valle

Acusaciones ajenas

La Razón
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Llevamos mucho tiempo escuchando que la corrupción no es cosa de partidos sino de personas, afirmación absurda desde el momento en que las presuntas irregularides, cometidas efectivamente por personas, van encaminadas a financiar actos, campañas o sobresueldos de un partido. Es lo que ahora le ocurre al PSPV y al Bloc valenciano, partido mayoritario en la coalición Compromís. No hablamos de una o dos facturas falsas; las investigaciones abiertas por presuntos delitos electorales, malversación de caudales públicos y prevaricación abarcan un periodo de cuatro años, es decir: todo un entramado de ilegalidades supuestamente pensadas para financiar a dos partidos que llegaron al Gobierno de Valencia echando sapos contra la corrupción del PP. La cosa es grave porque se suponía que los «nuevos» venían con otro espíritu. Lo curioso es que este nuevo escándalo surge a menos de un mes de que PSOE se haya unido a Unidos Podemos y a Cs para endurecer el delito de financiación ilegal de partidos y para que haya una responsabilidad patrimonial en caso de que se demuestre. Si en Valencia se prueba pufo, tanto los socialistas como los socios de Iglesias tendrán una ocasión de oro para demostrar su buena fe devolviendo motu proprio lo robado, lo que les devolvería la confianza de sus electores. Mucho tememos que el destape de la corrupción servirá como arma arrojadiza, aunque cada vez sea más evidente que en política no hay ningún reparo en acusar al contrario de los pecados propios.