Angel del Río

Agencias móviles de recaudación

La situación del tráfico es el mejor barómetro del estado de la economía. Desde el pasado verano, la circulación en la ciudad de Madrid ha vuelto a los niveles de hace cinco o seis años, cuando la crisis todavía no había hecho mella en las economías domésticas y en el empleo. Desde hace unos meses, hemos regresado a los atascos, a la conflictividad en las horas punta en las principales entradas y salidas y en el casco urbano de la ciudad, con especial incidencia en la columna vertebral de la movilidad, que es la M-30. Resulta cuando menos paradójico que en una ciudad que circula a paso de tortuga, que pone a los conductores al borde de un ataque de nervios, el Ayuntamiento impusiera durante septiembre y octubre, 59.850 multas por exceso de velocidad, lo que supone unos ingresos importantes para las arcas municipales.

Ahora, con el inicio del nuevo año, puede aumentar la voracidad recaudatoria por circular deprisa, deprisa, en una ciudad atascada, atascada, lo cual parece milagroso. Y es que se han instalado dos nuevos radares fijos, en la Castellana y el en Paseo de Santa María de la Cabeza, para cazar a quienes sobrepasen los 50 kilómetros/hora. Dos nuevos aparatos que entrarán en funcionamiento en los próximos días y que incrementan la red actual. Respecto al que está situado en la salida por el paseo de la Castellana, a la altura del hospital de la Paz, dudo de que sirva para aumentar la seguridad, pero estoy casi seguro de que sí va a aumentar las retenciones circulatorias, que va a reducir la movilidad. El segundo, que está colocado a la salida del subterráneo de la plaza Elíptica, en dirección entrada a Madrid, de la misma manera dudo de que en un punto como éste reduzca los riesgos, y lo probable es que origine más atascos en el acceso al centro por la carretera de Toledo, por lo común bastante saturada en las horas punta.

No advierto la utilidad de estos dos nuevos radares, que me permito llamarlos «oficinas móviles de recaudación rápida».

No se me alcanza de quién ha sido la sesuda idea de limitar más la velocidad en unos puntos hasta ahora libres de grandes atascos, y al autor intelectual de la iniciativa habría que «reducirle la velocidad». Me parece que la iniciativa es más de un recaudador que de un técnico en cuestiones de tráfico, porque un técnico se preocuparía de otra manera por mejorar la caótica circulación en Madrid.

Y no son los únicos. Muy a pesar de los bolsillos de los madrileños, hace sólo unos días entró en funcionamiento otro radar última generación en la ciudad. Este nuevo sistema de medición de la velocidad está situado en en el kilómetro 16,5 de la M-30, bajo el puente del Paseo de los Pontones, y podrá controlar y multar en caso de que se sobrepase la velocidad permitida en este punto (70 kilómetros/hora) en todos los carriles simultáneamente. Es más, en el caso de que aparezcan varios vehículos, este radar es capaz de identificar sin ningún tipo de duda al infractor.

Madrid tiene el dudoso honor de ser la tercera comunicado con más controles de velocidad fijos y móviles, sólo por detrás de Cataluña y País Vasco.