Alfonso Ussía

Al fin habló y la...

No me refiero a Cayo Lara. Con le necedad paleta hay que tener comprensiva misericordia. Ha pedido que «el ciudadano Juan Carlos de Borbón no sea aforado. Todos iguales ante la Ley». Cayo Lara no es igual a todos ante la Ley porque está aforado. Como el sinvergüenza de su partido que roba en los supermercados. Folclore de progre antiguo. No le perdonan al Rey que impulsara la legalización del PCE. Pero esta fantochada del titán de Argamasilla no merece mayor atención ni espacio.

Leo diariamente los agudos «Puntazos» en mi periódico. «Madina no es muy claro con el separatismo», anuncia el primero de hoy. Creo que se ha cometido una errata y ha entrado un «no» donde no tenía sitio ni lugar. Porque Madina es bastante claro, casi diría que diáfano con el separatismo, eso que algunos disfrazan de federalismo y otros de «nación de naciones». Al fin habló y la fornicó.

Viste mucho y cuidadosamente la oración para escapar airoso de su verdad. De haber hablado con mayor contundencia, Madina sería actualmente un político sin futuro. De ahí sus silencios, sus dudas, sus regates y sus floripondios semánticos. Al lado de Madina, Zapatero es lo más parecido a Sir Winston Churchill. Nadie sabe cómo ha llegado a tan considerable altura en su partido. Y el que lo sabe, se calla. Punto en boca. Lo que menos me gusta de Madina es su mirada, su expresión. Detrás de esas gafas y posteriormente de sus ojos se intuye una sostenida mirada de resentimiento. Creo que su resentimiento es perfectamente comprensible. La ETA atentó contra su persona y se llevó una de sus piernas por delante. De ahí que resulte contradictorio que prefiera, en un futuro, un pacto con Bildu en el País Vasco que con el Partido Popular, UPyD, Vox y otras formaciones políticas que nada han tenido que ver con su tragedia. Con Madina volvería el derroche del dinero público y la consiguiente quiebra de nuestro Tesoro. Es un hombre que mira de lado, se mueve de lado y piensa de lado. Cuenta con el apoyo del oficialismo del PSOE, pero si persiste en reconocer que es partidario de un refrendo separatista en Cataluña, puede perder todas sus opciones. El PSOE tiene al final de sus siglas una «E». Una «E» que se tambalea y duda de cuando en cuando. Esa «E» de Español, en el caso de Jesús Eguiguren, íntimo amigo de Madina, significa otra cosa, muy cercana al terror, muy demostrada y ratificada en los últimos años.

Madina es una veleta. Pero sin viento, siempre apunta hacia el mismo horizonte. No entiendo el apoyo que disfruta de dirigentes socialistas que se han caracterizado por su lealtad a España y a la Constitución. Se trata de un enigma que ya está resuelto, y muchos no se han enterado de su resolución. El PSOE, para renovarse y volver por sus fueros, no precisa de más inclinación hacia la izquierda radical o mayor implicación en el centrismo. Necesita, sencillamente, ser consecuente, honesto y leal. Un olvido de los viejos rencores le vendría como anillo al dedo, pero en algunos los rencores son personales, no históricos, y la carcoma individual es infinitamente más dañina que la colectiva.

Madina, con independencia de haber metido el remo hasta la empuñadura en la cuestión del separatismo catalán, no ha dicho nada todavía. Tiene los avales a su disposición, pero su proyecto no existe. Sus mentores harían bien en formarlo con urgencia. Es aire. Pero no aire de fiar. Muchos de los militantes del PSOE se han rendido. Pero otros muchos, más que los primeros, aún creen que socialismo y español no son contradictorios. Y esos socialistas no confían en Eduardo Madina, esa cercanía a la nada que se ha convertido en un aledaño de algo.