César Vidal

Alcaraz, el héroe

La Razón
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Fue hace seis años. En el programa de radio que dirigía entonces entregué un premio a un personaje que se había caracterizado por su extraordinario valor cívico. Fuera había gente que vociferaba insultándonos y lanzando vivas a ETA. Lo grave del asunto es que nos encontrábamos en una localidad de Murcia. ETA había asesinado a varios de los familiares del premiado incluyendo dos niñas; el PSOE lo había perseguido salvajemente en la etapa de ZP; no pocos medios de comunicación se habían mofado de él incluso con caricaturas miserables y desde las más diversas instancias habían intentado que perdiera hasta los medios laborales con que, humildemente, se ganaba la vida. Se trataba de una auténtica caza del hombre y el acoso que se había desatado sobre él era constante y despiadado. Si se atendía sólo al aspecto de aquella persona resultaba tan común y tan corriente que no hubiera llamado la atención de nadie. Incluso su manera de expresarse, su tono de voz, su rostro parecían empeñados en ocultar toda la fuerza y la nobleza que anidaba en su corazón. Lo puedo decir porque en su alma se escondía un héroe digno de figurar en una de las películas de Frank Capra y además sin la prestancia de Gary Cooper o James Stewart. Se trataba de ese héroe nacido del pueblo, resistente a la manipulación de los poderosos, convencido de la justicia de su conducta sencilla y con serios peligros de que las ruedecillas del sistema no acaben triturándolo. A Alcaraz lo persiguieron sañudamente hasta arruinarlo, sacarlo de la vida pública y provocarle infinidad de daños personales. Parece que hay gente que no quedó satisfecha con esa labor de demolición de alguien que sólo defendía a las víctimas del terrorismo y ha decidido que todavía hay que seguir condenándolo al ostracismo. Hace unas horas, se recordó aquel horrible atentado de 11 de diciembre de 1987 en que ETA segó más de una decena de vidas siguiendo órdenes de Josu Ternera. Tanto Alcaraz como sus familiares han sido excluidos de la ceremonia. Quizá haya sido mejor para ellos teniendo en cuenta que así no han tenido que encontrarse con gente que llama a los terroristas hombres de paz o ha permitido que cobren del erario público. Con todo, yo no puedo evitar sentir un nudo en la garganta al ver cómo en España se trata a los héroes.