Alfonso Ussía
Algo más que tontos
El triunfo electoral de Trump nos ha distraído de los aconteceres de España. El argentino de Rosario importado por Podemos a costa de los españoles que pagan –y no estafan– a la Seguridad Social, propugna una nueva nación independiente. Aragón. Vive en Zaragoza y se mueve por Zaragoza gracias a la generosidad de los españoles y no se ha dignado estudiar ni la Historia de España ni la del Reino de Aragón. Entiendo que las raíces históricas de Rosario no son profundas, pero España, la vieja Hispania visigoda y romana, con anterioridad a su unidad estatal impulsada por los Reinos de Castilla y Aragón, ya era una nación 1700 años antes que la fundación de Rosario, una simpática ciudad argentina que ha dado dos frutos gloriosos. El separatista aragonés que se mueve gracias a la generosidad de la Seguridad Social que él estafa, y Messi. El segundo, mucho mejor que el primero, a mi modo de ver. Coincidiendo con el proyecto independentista de Aragón –este majadero no conoce a los aragoneses–, la dirigente de Podemos en Andalucía, la novia de Kichi, también ha anunciado un movimiento separatista andaluz. Y lo ha hecho sin estudiar la Historia de España y la de Andalucía, y lo que es peor, sin hacer cuentas. A Podemos, como a un sector del PSOE y la mayoría de Izquierda Unida, sólo les interesa la fragmentación de España para alcanzar mediante el barullo el poder que les pide su resentimiento. El primer paso, claro está, es Cataluña, región que dominan en alto grado. Pero tampoco han hecho cuentas. El «Procés» –pronúnciese «prusés»–, no parece tener buen fin si nos atenemos a las cuentas. Cataluña, desde 2012, ha recibido del Estado español un tercio de todos los fondos autonómicos, 62.000 millones de euros. Su dependencia de España es absoluta. De los fondos autonómicos, un tercio se lo lleva Cataluña y dos tercios el resto de las autonomías. Demasiada dependencia económica para llevar a buen puerto el «prusés». Por otra parte, el embajador de Francia en España les ha recordado que el Rosellón –ambición territorial del «prusés»–, se siente abrumadoramente francés, y que los separatistas catalanes se están inmiscuyendo de manera muy poco educada en la política nacional francesa.
Para no desanimar a los separatistas, Ada Colau cede un espacio municipal al futuro «exércit catalá», pone en circulación una moneda local que no sirve para nada, y Rufián propone la demolición del Valle de los Caídos. Estos nazis que se visten como fascistas mussolinianos, lo arreglan todo derribando monumentos. Por otra parte, si Rufián no quiere saber nada del resto de España, ¿por qué desea derribar un monumento sito en la falda sur de la sierra del Guadarrama? La Historia también se aprende, guste o no guste, a través de los monumentos, las estatuas, los vestigios y las huellas. Y el Valle de los Caídos, construído con muchos esfuerzos y sufrimientos, ahí está, y como obra arquitectónica es una culminación colosal. Si lo que desea Rufián es derrumbar la basílica ubicada bajo el granito del Guadarrama para enterrar aún más a Franco y José Antonio, es recomendable tranquilizarlo. No van a resucitar, y por ese lado, puede dormir con sosiego y profundidad. Pero ya está bien de llevar el odio a los monumentos, que un día se va a levantar y exigir que sea demolido el Monasterio del Escorial por su significación de panteón de reyes y la catedral de Sevilla por su vinculación con la cristiandad.
Son tontos, pero algo más. Y en ese algo más, como una macedonia de frutas podridas, se reúnen el odio, el resentimiento, la venganza, la traición, el despropósito, la incultura, la infamia y el analfabetismo. Una macedonia intragable y envenenada. Ojalá fueran exclusivamente tontos.
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