Enrique López

Alimentar al populismo

El populismo en su sentido más negativo es la forma de gobierno que sólo desarrolla medidas populares, destinadas a ganar la simpatía de la población con derecho a voto aún a costa de que sean contrarias al estado de derecho; históricamente siempre que un gobierno se convierte en populista toma como objetivo preservar el poder a través de la popularidad entre las masas, abandonando cualquier objetivo de progreso o trasformación para no correr el riesgo de perder unas elecciones. Estos países suelen expulsar este tipo de poder cuando se ven empobrecidos y al borde del caos. Esto parece propio de países poco desarrollados, pero ninguna democracia es inmune a este fenómeno, y máxime en los actuales sistemas de democracia televisada. No cabe duda de que los casos de corrupción política abonan este tipo de movimientos, que no tiene más necesidad que ponerlo de manifiesto para captar adhesión. Pero se debe defender la institucionalidad y orden político, fundamentalmente los responsables políticos e institucionales, porque a veces algunos creen que desde el poder ejerciendo discursos populistas vencen al populismo, y normalmente lo que hacen es alimentarlo. En España se está luchando con mucha eficacia frente a la corrupción y lo que no se puede es caer en el error de agrandar el fracaso del sistema precisamente por su lucha contra la corrupción. No tenemos la mejor ley, pero se están investigando los casos uno a uno y por su orden. Ya hay muchos condenados y muchos de ellos cumpliendo penas de prisión, tenemos al sistema judicial en forma, además de una Policía y Administración tributaria muy independientes. En España han ocurrido hechos similares a los acontecidos en Francia o Alemania, y el sistema ha funcionado y está funcionando. No debemos alimentar más el populismo desde el propio sistema, es muy peligroso.