Julián Redondo

Alivio de luto

Mestalla será el escenario de la final de Copa el 30 de mayo. Un día de éstos la Federación lo hará oficial; mientras, la riña de gatos alimenta una cuestión inverosímil porque las peculiaridades de este país trascienden de los toros, el botijo y la paella. El asunto tiene guasa. Hay reticencias en el Madrid para ceder el Bernabéu porque a una parte de su afición le salen granos sólo de pensar que el Barcelona puede levantar el trofeo en su casa. En 2004, por idéntica razón, el Barça aludió a una cadena de excusas para no dejar el Camp Nou. En el Lluís Companys, el Zaragoza ganó a los galácticos en la prórroga con gol de Galletti. En esta final que nos ocupa, la Federación no ha pedido el Bernabéu ni lo hará para no poner en un brete al madridismo, más ocupado, por cierto, con la marcha del equipo, un cohete cuando las últimas luces de 2014 quedaban atrás; un desatino en los albores de 2015. Como si las bajas de Modric, de James, de Ramos, fueran insignificantes. Y no lo son porque sin ellos sus compañeros del medio campo se han convertido en insustituibles y les falta frescura. Como a los de arriba. Es un problema de nombres y de esquema. El empecinamiento de Ancelotti por mantener a la BBC parte al equipo por la mitad cuando es tan evidente la fatiga de Kroos y de Isco, más aún que la de Cristiano, si es que lo de éste no fueran también molestias. Procede pues levantar la cara y el ánimo, aunque el Barça sea líder, y rebajar el duelo por lo menos a un alivio de luto.