Restringido

Aló diputado

Pablo Iglesias no quiere que los medios de comunicación estén en manos de dos multimillonarios (sic). El diputado europeo quiere garantizarnos a los profesionales la plena libertad de expresión y para ello no se le ocurre nada mejor que recurrir a una regulación pública. La idea no solamente no tiene nada de moderna aunque ahora la lance este gran exponente de la modernidad al que se le han subido a la cabeza los cinco escaños en el Parlamento Europeo, sino que, además, ni siquiera se acerca a la originalidad. Todos aquellos con vocación autoritaria que en el mundo han sido, y siguen siendo, lo primero que pretenden es ahogar la libertad de prensa usando el truco de la libertad de expresión para ver cuántos periodistas pican con el juego de palabras, que es lo más parecido al trile que conozco. El ramalazo bolivariano de Iglesias le lleva a decir esas cosas que chocan frontalmente con el uso y disfrute que él mismo ha hecho y continúa haciendo de las televisiones que controlan esos dos multimillonarios a los que se refirió el pasado jueves en tono francamente insultante. En esas televisiones se hizo su campaña electoral por el sistema del gratis total. Gratis para él, no para quienes le abonan sus intervenciones a precio de mercado. De momento se ha instalado en lo que él mismo denomina casta ocupando un escaño en Bruselas. Eso sí, va a donar gran parte de su sueldo a una televisión por Internet, todo un gesto de solidaridad bien entendida, la que empieza por uno mismo, porque es una tele de partido, el suyo, que quiere tener una estructura de casta en la que será él el que mande y sin aceptar disidencias como dejó bien claro en esa especie de acto fundacional que se celebró poco después de las europeas. Es posible que decida imitar a sus admirados Chávez y Maduro y montar su propio programa que, de momento, tendrá que llamarse Aló diputado en lugar de Aló presidente.