Salud

Analfabetismo oncológico

La Razón
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La Organización Mundial de la Salud es una bolsa de trabajo bien remunerado para premiar excedentes del funcionariado internacional y está bajo sospecha de tacto de codos con las multinacionales de farmacia, tal como la gripe mexicana que nunca existió y obligó a los Gobiernos a comprar vacunas que luego se regalaron a países tercermundistas que no las precisaban. Es lo que hay, pero al menos la OMS da estadísticas globales sobre lo suyo. Así, los terrícolas mueren mayormente por cardiopatías isquémicas, accidentes cerebrovasculares o EPOC, ocupando el cáncer una medianía entre las diez dolencias más letales. Un epígono de la ideología de género ha catalogado hasta 58 formas de sexualidad humana y si admitimos eso resulta más científico hablar de muchos más cánceres, porque no hay uno y sí tantos como pacientes. Del poliamor al policáncer. Más de la mitad de los oncológicos tienen curación quirúrgica, con radio o quimio, o prolongadas sobrevidas de calidad. Hace décadas que el cáncer no es el ominoso cangrejo astral y los oncólogos intercomunicados en inglés como «lingua franca» lo saben todo en todos los sitios excepto por qué una célula enloquece multiplicándose. La desesperación o la paletería han convertido la hotelería hospitalaria del MD Anderson Cáncer Center, en Houston, en una Disneylandia tumoral donde, si te toca, te mueres igual que en Albacete. En muchas ocasiones, y a solicitud de los padres, el madrileño Hospital del Niño Jesús pide segunda opinión a Houston por Internet y la respuesta es invariable: «Aquí estamos haciendo lo mismo que ustedes». Cáncer fue mala palabra y las necrológicas aludían a una «larga y penosa enfermedad». Olvidando que la buena educación aconseja no hablar de amoríos, dinero o enfermedades, el famoseo nacional se embarra en tales asuntos y hasta alardea remuneradamente de sus cánceres. No es raro que unos pícaros hayan usado el analfabetismo de los 140 caracteres y la idiocia del entretenimiento televisivo para sangrar bolsillos de solidarios doblados en ignorantes. Algo falla en la educación secundaria y hasta en los medios de comunicación que sirven de escabel a timos más viejos que el polvo. Asistí de consorte a un congreso oncológico en Estocolmo donde una delegación catalana exigió exponer su ponencia en catalán. Los suecos carecían de esa traducción y el aula quedó vacía. ¡Y dicen algunos catalanes que no se sienten españoles! «España y yo somos así, señora».