Elecciones generales
Anguita y Carmena
La capacidad de los principales líderes de Podemos para ocupar horas de espacios televisivos y, al tiempo, ser suficientemente ambiguos como para no comprometer ningún seguro o potencial apoyo electoral, es la manera de hacer política de la nueva formación. Los equilibrios en algunos temas son un claro ejemplo. La relación del Sr. Pablo Iglesias con la religión no es lo habitual en un dirigente político. Se declara ateo, pero afirma que villancicos como «El Naranjel» le dejan con «el corazón en un puño». Contó en su candidatura en Madrid con antiguos responsables de Cáritas y manifiesta admiración por el Papa Francisco. Sin embargo, acude a las elecciones en coalición con Izquierda Unida que mantiene posiciones, como mínimo, de «enorme alejamiento» respecto de la Iglesia.
Y no es el único asunto. En el pasado debate sobre la Ley de interrupción del embarazo del 3 de marzo de 2010, consiguieron pasar muy de puntillas y, más allá de decir lo necesario para no perturbar a su electorado, consiguieron mantener la puerta abierta a otros votantes. La Sra. Carolina Bescansa lo verbalizó con aquello de «el tema del aborto no es un tema que construya potencia política de transformación y, por lo tanto, para nosotros no es prioritario».
La Sra. Carmena ha elaborado un discurso de fácil encaje en los medios de comunicación y, a través de ellos, en un importante sector de la ciudadanía. Se separa de la política y de los políticos con los que dice le «cuesta identificarse», critica todo tipo de acto que pueda vincularla con una organización política, como los mítines por ejemplo, y dice anteponer la relación personal a la política en el ayuntamiento. Los abrazos y el «feeling» por encima de los partidos.
Sin duda el mensaje es impecable, pero a Carmena le ocurre como a Obama, no necesita decir que es de raza negra, se sabe. Ella es alcaldesa gracias a Podemos, participa en esa formación política intensamente, su Gobierno está formado por concejales podemitas y cuando el Sr. Iglesias le mandan rectificar, lo hace, asume su disciplina interna. Como ocurrió con aquellas declaraciones en pleno proceso de negociación para la investidura con el PSOE en el que la alcaldesa opinó favorablemente a un acuerdo entre ambos. Las hizo a las 12 de la mañana y rectificó a las 4 de la tarde. En todo caso, ser alcalde de la capital de España es ejercer la política profesional, otra cosa sería presidir la asociación de jueces jubilados.
Podríamos continuar con la enumeración de temas en los que no es posible conocer la opinión y las ideas del Sr. Iglesias, como la permanencia de España en la OTAN, la política en materia de defensa o la relación con regímenes como el venezolano del Sr. Chávez.
En realidad, lo que subyace a todas estas cuestiones que en principio puede parecer que no tienen nada que ver, es el intento de ocultar la verdadera posición respecto a las cosas. Esto lo hacen bien porque se teme el rechazo de amplios sectores, bien porque quizá no estén suficientemente elaboradas las ideas en los respectivos temas o porque han decidido que el poder es el objetivo y las encuestas elaboran su mensaje en cada momento.
Pero esto no supone ningún impedimento para ocupar el prime time de los programas de las principales cadenas televisivas. Obama, un año antes de presentarse a las primarias demócratas para la presidencia de los EE UU, escribió un libro, «La audacia de la esperanza», en el que decía «yo soy quien los medios dicen que soy, digo lo que dicen que digo, me convierto en quien dicen que me he convertido». El Sr. Iglesias se sabe bien esto y ha decidido ser eficaz.
IU tenía pocos votos porque sus propuestas no gustaban a la mayoría, sin embargo, las expresaban con una claridad tan meridiana que fidelizaban eternamente a sus electores. A Podemos le apoyan muchas personas que nunca apoyarían a IU o al Sr. Anguita, porque aunque no conocen las propuestas podemitas, confían en que les puedan gustar cuando las conozcan.
Que a alguien le guste, a la vez, el Sr. Anguita y la Sra. Carmena es prácticamente imposible, además de ser el camino más directo hacia la decepción, tanto de los unos como de los otros.
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