Nazismo

Anna Frank

La Razón
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Cuando creíamos que no podíamos caer más bajo, aparece la imagen de Anna Frank vestida con la camiseta de un equipo en un estadio de fútbol. Los ultras de la Lazio utilizaron la imagen de la niña judía que murió en el campo de concentración de Bergen Belsen, para ataviarla con la camiseta del equipo rival, la Roma. Se defendieron diciendo que era una broma y que no entendían tanto revuelo. Algunos desconocen que para que el humor funcione, hay que echarle talento. Supongo que ellos lo llamarán libertad de expresión. La comunidad judía condenó esta infamia disfrazada de mamarrachada pidiendo que dejaran el antisemitismo fuera de los estadios, en el mismo lugar donde deberían haberse quedado los bromistas y donde se quedarán entre 5 y 8 años gracias a la prefectura de la policía de Roma. Últimamente en los campos de fútbol se juega con todo menos con la pelota. Cuando en un estadio entra de todo menos deporte, siempre es mala señal. En Chile, durante la dictadura de Pinochet, el estadio Nacional Santiago se convirtió en un centro de detención y tortura por el que pasaron miles de personas. En Argentina, Videla utilizó el Mundial de fútbol del 78 celebrado en Argentina para tapar los centros clandestinos de detención donde miles de argentinos estaban siendo torturados y asesinados. También a estos dos les debió parecer una broma, a juzgar por las imágenes de un Videla dando gritos en el estadio intentado acallar otros chillidos muy distintos. Creía Ana Frank que las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes viven encerrados. Los impresentables de la broma, que también corean cánticos racistas y sienten querencia por los saludos fascistas, ni saben lo que es un libro ni el resto sabemos por qué no están encerrados, aunque sea leyendo un libro. Quizá todo venga de ahí. Ahora tendrán más tiempo. Hay conceptos como el fascismo, el nazismo y el racismo que deberían estar encerrados, sin darles oxígeno en ningún lugar y bajo ninguna circunstancia. Mark Twain decía que viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente. El nacionalismo y la xenofobia se cura viajando, la tontería leyendo. Y ya si haces las dos cosas, el diagnóstico mejora considerablemente.