Paloma Pedrero

Anónimos por internet

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A veces, siento verdadera curiosidad por leer los comentarios que los internautas escriben debajo de noticias y columnas de opinión. Algunos son cariñosos o críticos, inteligentes o simplemente agradecidos. Sin embargo, un número nada desdeñable de esas frases anónimas son incomprensibles para mí. Parece que una banda de perturbados hubiese encontrado un juego cómplice escribiendo burradas impunemente. Y hay temas especialmente sensibles para este tipo de opinadores sin nombre. Por ejemplo, la violencia de género. Casi siempre que alguien escribe sobre esto, un grupo de caballeros muy enfadados desbarra hasta el infinito. No comprendo esa rabia cósmica que manifiestan hacia todo lo que hable de igualdad entre sexos, o de cambios en la educación, o de medidas drásticas contra el maltrato. Incluso, cuando escribimos con humor o con amor, hay alguno que contesta rebotado. Leo esos comentarios y siento miedo, no por mí, a pesar de que he sido amenazada directamente en varias ocasiones; siento miedo y estupor de vivir en una sociedad en la que todavía existe tanto machete levantado contra la igualdad, la tolerancia, la fraternidad y la justicia. Tanto personaje resentido que se esconde en el anonimato para soltar veneno. Puede ser una forma de sacarse los demonios. Bofetadas al papel que ojalá eviten alguna a un rostro cercano. Porque, me atrevo a decir, aunque me pongan cruces negras, que esos comentaristas, además de cobardes, son violentos. Es una verdadera pena que todavía haya gente así. Que tengamos que seguir celebrando el Día de la Mujer reivindicando igualdad y justicia para la mitad de la humanidad. Es una pena que todavía haya tanto mal pájaro volando a sus anchas por nuestro cielo.