Alfonso Ussía

Ansiado retorno

Jaime Mayor ha sido investido como Doctor «Honoris Causa» por la Universidad Católica San Antonio de Murcia. El encargado de pronunciar la «Laudatio» fue José María Aznar, que dijo entre otras cosas lo que llevan diciendo millones de españoles en los últimos años. Que España tiene que recuperar a Jaime Mayor aunque se opongan «los que han distorsionado su imagen por el hecho de que habitualmente termine por tener razón». Resulta lastimoso que tengamos que recuperar a quien no deberíamos haber perdido, o más bien, arrinconado, exiliado en el parlamentarismo y la burocracia europea, cuando es aquí donde más necesitamos de su inteligencia, trabajo y experiencia. Con Jaime de retorno, España también recuperaría esas figuras admirables y fundamentales que se evaporaron voluntariamente cuando se apercibieron de que se habían convertido en molestas e inoportunas para el Partido Popular. Me refiero a María San Gil, a Regina Otaola y a José Antonio Ortega Lara, entre otros. No se puede entender la lucha contra el terrorismo de la ETA, hoy lamentablemente triunfante y de nuevo en las instituciones democráticas, sin el tesón, el esfuerzo, la estrategia, el sufrimiento personal y los resultados excelentes que la política marcada por Jaime Mayor y los suyos, dieron lugar al cerco y extenuación de la banda terrorista. También fue Rajoy un excelente ministro del Interior, y Ángel Acebes, otro que cae muy mal a la retroprogresía que ha abierto las puertas de las instituciones a los voceros de los criminales.

Jaime Mayor, desde la esquina europea, desde ese despacho sin mesa, ni silla, ni papeles, ni lámpara en el que fue depositado para no incordiar a los partidarios de los pactos y los mejunjes, fue aventurando, una por una, todas las desgracias y humillaciones que se iban a producir en España. Y por ello, fue vapuleado y desautorizado desde fuera y desde dentro de su partido, cuando el tiempo no ha hecho otra cosa que darle plenamente la razón. Hoy, «Ternera» y De Juana Chaos siguen en libertad, y Bolinaga engorda en las calles de Mondragón, de taberna en taberna, de bar en bar, de pincho en pincho, de vino en vino, con aspecto cada día más saludable, sonrisas más abiertas y amigos más numerosos y carcajeantes.

Con el primer Gobierno de Aznar, la ETA experimentó la ruina económica y el acorralamiento de sus terroristas. Le Ley de Partidos cerró las puertas a los representantes del terrorismo a las instituciones. En la actualidad, centenares de euros de los impuestos de todos los españoles mantienen y financian a quienes homenajean públicamente y sin rubor alguno a los asesinos. Fue Zapatero el que abrió, con la complaciente y obediente ayuda de seis magistrados del Tribunal Constitucional, las puertas de la política a la nueva ETA. Con Jaime Mayor en España, y no desterrado en Bruselas y Estrasburgo, las resistencias hubieran sido mucho mayores. Y el Gobierno de Rajoy no parece dispuesto a poner las cosas en su sitio y luchar resueltamente contra quienes han incumplido las condiciones de su legalidad con harta, sobrada y frecuente chulería. Por otra parte, «Ternera» y De Juana en la calle, y Bolinaga que ha engordado un poco más desde ayer hasta hoy por su azarosa vida de taberna en taberna, de bar en bar, de pincho en pincho y de vino en vino, con su aspecto saludable, sonrisas más abiertas y amigos más numerosos y carcajeantes.

Jaime Mayor es un experto en la lucha contra el terrorismo y en los entresijos de la sociedad vasca. España, no sólo el PP, lo tiene en las lejanías. Y Aznar aquí ha dado en el clavo. Hay que recuperarlo. Lo lamentable es que con anterioridad, injustamente, hemos permitido que nos abandone.