Toni Bolaño
Apuesta a una sola carta
Pedro Sánchez va marcando sus tiempos para que en el PSOE no surjan voces discrepantes en el reto más importante que tiene su secretario general, pero también el propio partido y España: la reforma constitucional. El máximo responsable de los socialistas está convencido de que sólo la reconfiguración de la Constitución pondrá una solución sobre la mesa al problema de Cataluña, mejorará el blindaje de los servicios públicos básicos y los derechos ciudadanos, que han saltado por los aires por la crisis económica, y se podrá afrontar, en profundidad, la necesaria regeneración democrática que marque un punto de inflexión al rosario de estafas, manos ligeras, listillos y mangantes que han podrido a la sociedad española.
Desde su llegada a la Secretaría General, Pedro Sánchez ha manejado este asunto sin prisa pero sin pausa. Se reunió con Rajoy y se reunió con Mas para dejar clara su posición. Se situó en medio de los dos, aunque ante la consulta soberanista ha dado pleno apoyo a la posición del Gobierno ante el desafío del presidente catalán. Se reunió con Miquel Iceta, el primer secretario del PSC, y los dos juntos han hecho un encaje de bolillos para limar asperezas. Como resultado, el PSC se desvinculó de la consulta soberanista y apoyó sin titubeos a Sánchez.
El líder socialista ha iniciado este camino y lo hace sin ánimo de retorno. Sabe que sin una votación en Cataluña, los nacionalistas se cargarán de razones para imponer sus tesis. Sabe que los no nacionalistas catalanes necesitan un relato político para oponerse al soberanismo. Y sabe, que España necesita cambiar y pasar página para que todos sus ciudadanos se sientan cómodos. El camino a seguir, la reforma federal de la Constitución. Por eso, en estas últimas semanas ha dado forma a su alternativa a sabiendas de que Rajoy no está por la labor. Sin embargo, Sánchez no está dispuesto a esperar porque Cataluña y España no pueden esperar. Dudó si actuar antes del 9-N pero la prudencia aconsejó no mover pieza. Lo hará ahora pidiendo que la Comisión Constitucional del Congreso se ponga en marcha escuchando a expertos, instituciones y comunidades autónomas.
Sánchez no opta por apriorismos ni por prejuicios. Opta por escuchar más que por hablar. Opta por analizar y explorar, con seriedad, antes que entrar en otro camino sin salida. Escuchar es un verbo español. No se crean. Aunque parece, muchas veces, que no lo es. Nos gusta más gritar, confrontar, discutir y hablar antes que atender las razones del de enfrente. Sánchez quiere reformar España para que España siga unida. Quiere sacar el debate de las trincheras en las que están Rajoy y Mas.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Sánchez también sabe que si en este tema no es capaz de abrir camino el fuego amigo puede empezar a disparar. No le puede temblar el pulso en la regeneración democrática, ni en la defensa de lo público ni en el encaje de Cataluña con el resto de España. En Zaragoza lo pudimos ver. La Reina del Sur no pierde comba y quiere mantener su protagonismo. Está atenta y más vale que Sánchez no la pierda de vista porque se la juega a una carta.
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