Francisco Marhuenda
Apuesta importante y arriesgada
No se puede decir que Rajoy haya optado por una operación meramente cosmética en los cambios en la dirección del PP. Es verdad que para algunos analistas, sobre todo con sensibilidad de izquierdas o anti-Rajoy viscerales dentro de la derecha, cualquier cosa que haga les parecerá mal porque su única aspiración es que desaloje la Moncloa lo antes posible. Otra cuestión distinta es la realidad de un movimiento que representa una apuesta tan importante como arriesgada. Ha optado claramente por una generación y ha decidido marginar a todos aquellos que tienen «pasado». Ha roto cualquier esquema territorial y, por supuesto, ha pasado totalmente de los denominados barones. La única excepción es el incombustible Arenas, aunque se encuentra desde hace mucho tiempo en un prudente y discreto segundo plano. Es un mero premio de consolación, aunque con fecha de caducidad en el próximo congreso, que será para Rajoy el de la victoria o el de la derrota en función del resultado de las próximas elecciones generales.
Cospedal es otra figura injustamente sacrificada porque no es la responsable del resultado electoral y queda claramente eclipsada por el movimiento del presidente al nombrar a personas de su estricta confianza. No es ninguna novedad que la secretaria general fuera presidenta del PP en Castilla-La Mancha y luego presidenta de la comunidad, aunque se ha quedado a un escaño de repetir el cargo. Desde el primer momento se dijo que la compaginación era difícil y que el secretario general tiene que tener dedicación completa, cosa con la que no coincido porque lo que tiene que hacer es sentarse en elConsejo de Ministros. Cuando un partido consigue el Gobierno es fundamental que exista coordinación con el partido, aunque el peso y la proyección pasa realmente de la sede de Génova a La Moncloa. Mi querido y siempre presente amigo Íñigo Cavero fue tres veces ministro y finalmente secretario general de la UCD. Esta experiencia le hizo tener la certeza que era un grave error que el secretario general no estuviera sentado en el Consejo de Ministros.
Rajoy ha optado por gente joven dentro del espíritu renovador que recorre la política española y que parece destinado a jubilar forzosamente a los mayores de cuarenta años. Espero que no caiga en este error y que sólo lo haya decidido para la organización del partido. En España hay muchos votantes mayores de 40 años y menores de 30. La juventud por sí sola no es un mérito ni un valor extraordinario, aunque sea una suerte, y las sociedades más avanzadas tienen por costumbre poner al frente de los cargos de responsabilidad a personas preparadas y con experiencia. El fervor de la juventud, que valora sobre todo la inexperiencia y la osadía, como se puede ver con Podemos, IU, Ciudadanos y el PSOE, resulta muy inquietante si no se compensa con personas con preparación y experiencia profesional.
La patritocracia y el cesarismo presidencialista son efectos no deseados de nuestro modelo constitucional. Desde Adolfo Suárez hasta nuestros días, tanto en el Gobierno de España como en las comunidades y ayuntamientos así como en la dirección de los partidos, se ha consagrado un modelo de cesarismo presidencialista donde los presidentes tienen un peso abrumador. No existen órganos colegiados que realmente sirvan de compensación a ese poder.
Rajoy realizó una intervención muy buena el pasado día 18 y reconoció los errores cometidos, aunque es verdad que no llegó al extremo que hubieran querido sus enemigos. Ha decidido tomar el poder y pasa de los barones, que actuaron con gran deslealtad el día después de las elecciones. Los que permanecieron en silencio todos estos años ahora resulta que tenían la «piedra filosofal» de la victoria y no lo dijeron.
Es cierto que me sorprende e inquieta este fervor por gente nueva y tan joven, aunque ha sido un gran acierto Pablo Casado porque ejerció con gran éxito como portavoz durante la campaña. Me sorprende, aunque es verdad que Rajoy hizo un movimiento similar en 2008 y ganó las elecciones. En cierta ocasión, salía del Congreso de los Diputados con un estrecho colaborador suyo que no paraba de decirme que «Mariano se equivoca» y al final le conteste que «No sé si se equivoca o no, creo que no, pero en cualquier caso, ni tú ni yo hemos llegado a vicepresidente». Y por fin se calló.
Rajoy conoce el PP mejor que nadie y si ha decidido optar por caras nuevas, alguna de escasa experiencia, para llevarlas a la cúpula del partido, sus razones tendrá. Lo que es evidente es que no ha querido confiar en la dirección del viejo PP. Es posible que ya esté amortizado, pero es bueno que no olvide que los malos resultados de las europeas y las municipales y autonómicas es porque se abandonó al partido y su ideología. Con esto no defiendo que la ideología tenga que ser pétrea, porque la renovación siempre es importante pero la ruptura siempre es un grave error y además puede tener consecuencias demoledoras.
El PP tiene el reto de recuperar al electorado que ha perdido. Unos se han quedado en casa y otros han optado por Ciudadanos. No basta ni con el voto del miedo ni con la deriva del PSOE, porque Ciudadanos es un riesgo muy importante. En las trece elecciones autonómicas que se celebraron el 24-M consiguió 1,2 millones de votos. Es una base tan importante que explica el movimiento de Albert Rivera de presentarse a las próximas elecciones generales como candidato a la presidencia.
La cuestión importante es saber si Rajoy tiene tiempo de conseguir un buen resultado. Al PP no le beneficia la convocatoria previa de las autonómicas catalanas porque existe el riesgo que se vea superado por Ciudadanos, y sería otro mal resultado. Los datos económicos van bien, pero no son suficientes. Es necesario un relato de lo que ha sucedido y sobre todo de lo que se propone para la próxima legislatura. Es cierto que ha optado por una persona muy joven para la importante responsabilidad de la vicesecretaria general de Estudios y Programas, pero también es una apuesta por la novedad en lugar de buscar a un catedrático o a un alto funcionario.
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