César Lumbreras
Arias Cañete
El antiguo ministro de Agricultura y actual comisario de Energía y Cambio Climático de la UE ha jugado, en colaboración con el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, un papel decisivo para cerrar el que ya se llama el Acuerdo de París sobre cambio climático. Han sido muchos meses de trabajo continuo, de viajes frecuentes a los países más afectados por este fenómeno, como a las islas del Pacífico, para tejer alianzas de cara a la cumbre que se ha celebrado en la capital francesa durante las dos últimas semanas y que ha terminado con ese acuerdo. Como sucede en estos casos, el pacto se asemeja a una botella por la mitad, que unos ven medio llena y otros medio vacía. Pero, además del trabajo en el exterior, con otras naciones, hay que destacar también lo que ha debido hacer en el interior de la UE, porque ha sido necesario poner de acuerdo a todos los países miembros, tarea nada fácil, como lo demuestra el hecho de las dificultades planteadas por Polonia, un país muy dependiente del carbón y de las energías fósiles.
El trabajo del equipo capitaneado por Miguel Arias Cañete, unido a las políticas puestas en marcha con anterioridad, ha permitido que la UE llegase a esta Cumbre con las labores más que hechas y siendo la «buena de película» en el bloque de países desarrollados, contrariamente a lo sucedido con Estados Unidos. En París ha puesto la guinda en el transcurso de dos semanas agotadoras, de intensas negociaciones y de hilar muy fino para aunar intereses entre los países desarrollados, los en vías de desarrollo y los más pobres; también trabajando a favor de aquellos que ya han visto cómo la subida del nivel del mar se ha tragado algunas de sus islas. De lo pactado en París surge un acuerdo importante con un nuevo modelo de política energética y de política agroalimentaria y forestal. Ahora hay que cumplirlo.
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