Iñaki Zaragüeta

Ataque de nervios socialista

Los dirigentes del PSOE están histéricos. La parsimonia de la que Mariano Rajoy hizo gala para nombrar a Arias Cañete candidato por el PP a las elecciones Europas sacó de sus casillas no sólo a su homóloga socialista, Elena Valenciano, sino a todos los prebostes del puño y la rosa, a juzgar por el alterado estado de nervios que exhibió ayer en el Congreso de Diputados su portavoz, Soraya Rodríguez, intentado poner en marcha el ventilador para que la putrefacción invada la política española sin importarle la legalidad de sus imputaciones ni que su partido no se beneficie de ello.

Resulta descorazonador comprobar cómo la acusación de la dirigente socialista contra la vicepresidenta del Gobierno fue calificada por ella misma, por la representante socialista, «como legal, pero éticamente dudosa». ¡Toma ya! Le culpa de una legalidad y se erige de jueza para establecer sobre «dudosa ética». Ella, la misma que guarda silencio sobre el desmán de los ERE de Andalucía, en el que la ética brilla por su ausencia y la ilegalidad es patente y manifiesta. La que mira hacia otro lado porque los protagonistas, presuntos «of course», de semejante felonía, ésta no es presunta, pueden ser esencialmente sus compañeros del PSOE.

Parece que las expectativas no son optimistas para las huestes de Rubalcaba, cuando han decidido embarrar el terreno de juego en lugar de planificar una buena táctica para que su programa para Europa –quizás es que no lo tienen– seduzca a los españoles. Por lo que se ve, el objetivo no es la UE sino hacer de la campaña electoral un cenagal.

Puesto en su perspectiva, como me decía ayer mi amigo Rogelio, puede comprenderse su actitud porque, por primera vez, no existen los vasos comunicantes entre la bajada del partido del Gobierno y el de la oposición. Es muy duro contemplar cómo el posible descenso –encuestas dixit– no les beneficia. Así es la vida.