Toni Bolaño
Aumento de ingresos de un 1.300%
Oriol Pujol ha declarado. El día fue largo. Para él, seguro que eterno. Su entrada en los juzgados a las 09.45 horas era el inicio de su escenificación. Entró por la puerta principal, con orgullo, aguantando estoico las protestas e increpaciones de un grupo de trabajadores que está padeciendo las políticas del Gobierno de CiU. Iba acompañado de su guardia pretoriana, los tres dirigentes de CiU –Turull, Rull y Coromines– sobre los que ha delegado sus funciones. El mensaje, claro. El tribunal no juzga a Oriol Pujol. Juzga a Convergència Democrática, un símbolo de Cataluña, según el argumento que esgrime el presidente de la Generalitat, Artur Mas.
La escenificación no acabó aquí. Continuó ante el juez y el fiscal. Oriol Pujol dijo que actuó por «interés público y de país» en el caso de la adjudicación de las ITV. De hecho, el líder nacionalista reconoce que es el «colaborador necesario», que es «Zumosol», pero sólo por el interés de Cataluña.
Sin embargo, según el portal economiadigital.,es las cosas no son como parecen. Su esposa, Anna Vidal Maragall, aumentó en un 1300% sus ingresos en 2011. Su empresa, Avima Projectes SL, que facturó en 2010, según reza el sumario, 27.025,60 euros. En 2011, la facturación ascendió a 349.044 euros. Para estar en crisis, no está nada mal.
La empresa de la esposa de Pujol sólo tiene dos clientes. Alta Partners, la empresa consultora de Sergi Alsina, el amigo de la familia, que asesoró a Sony, Yamaha y Sharp –las empresas que le pagaron 7 millones de euros por irse de Cataluña, casualmente en 2011– y la patrimonial de Alsina, el hombre clave en toda esta trama de las ITV.
A pesar de esto, Oriol Pujol afirma que siempre actuó por «interés público». Un ejemplo. El 21 de diciembre de 2010 envió un SMS a Sergi Alsina interesándose por las facturas de su mujer. Al día siguiente, Alsina y Anna Vidal cerraron el tema, según la conversación registrada y en poder del juzgado.
La estrategia de Oriol Pujol es la de mimetizarse con Cataluña, de presentarse como víctima del desalmado Estado que quiere acabar con el proceso de independencia, y de dibujarse a imagen y semejanza de aquel Jordi Pujol que desde el balcón de la Generalitat denunciaba el ataque indigno contra Cataluña, cuando se juzgaba el «caso Banca Catalana». Visto lo visto, a otro perro con ese hueso.
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