Julián Redondo

Autogestión y autocomplacencia

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Ganar en Old Trafford esta noche al United, «that is the question», o «to be or not to be». El refranero español es muy sabio, pero los ingleses no se quedan atrás con las citas de sus clásicos, ideales para describir lo que ha pasado y lo que se viene encima.

José Mourinho acude a un partido crucial e histórico, y necesitará bastantes más argumentos que el recurrente pelotazo y que corra Cristiano Ronaldo para eliminar al Manchester United, que se atrincherará si lo considera necesario o planteará un choque como el de la ida en el Santiago Bernabéu, que tan buen resultado le dio. El Real Madrid ya ha demostrado su categoría en el «Teatro de los Sueños»; el ser o no ser afecta al entrenador portugués. Es lo que acecha.

En el Barcelona la cuestión es que con la eliminación de la Copa del Rey y la segunda derrota consecutiva frente al Madrid, más de uno ha enseñado la patita. No asumen «the problem». Y el Barça, que no se engañen, tiene un problema, o varios. Defiende mal, colectiva e individualmente, no genera ocasiones de gol, no corre, –defecto más apreciable en el mejor de todos, Messi–, y el desconcierto patrocinado le está matando. Consultados los jugadores azulgrana por la conveniencia de buscar entrenador en ausencia de Tito Vilanova, la respuesta a Sandro Rosell y Zubizarreta fue concisa y contundente: «No». «That is the question», están más perdidos que algunos peritos de la «operación Puerto».

La autogestión del vestuario barcelonista ha desembocado en autocomplacencia, en dejadez, en entrenamientos rutinarios, sin intensidad ni beneficio físico, lo cual se advierte en el campo en los últimos partidos. Y es que se juega como se entrena. Frente al desastre, sólo cabe el análisis, la asunción de culpas y la búsqueda urgente de soluciones. Y Jordi Roura no lo es.