Marta Robles
¿Autorregulación?
Leo y escucho las noticias del virus del Ébola y tiemblo como una hoja. Será que he visto demasiadas películas de virus malvados, pero siempre tengo la sensación de que, por más que las autoridades aseguren que todo está controlado, es enormemente difícil, por no decir imposible, que no haya alguna puerta por la que un virus se pueda colar. Y el del ébola, en concreto, sigue siendo el más terrible del que hemos tenido noticia en los últimos tiempos. Y no sólo porque sus síntomas sean fiebre y hemorragias y deriven casi siempre en una muerte segura, sino porque, aunque por el momento dicen que se contagia sólo por el intercambio de fluidos, aún no se sabe cómo prevenirlo. Entre las medidas que parecen estar tomando en los países del África Occidental donde el ébola se está moviendo a sus anchas (Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia) están la de pedir a la población que no toque animales infectados, la de prohibir que se laven los cadáveres afectados, porque el virus continúa en ellos después de la muerte, y la de que se intenten evitar algunos desplazamientos...Pero eso es todo, porque tampoco se sabe más. Aparte del horror de las cifras que leo mientras escribo este artículo –1.323 afectados, de los cuales 729 han muerto–, me vienen a la cabeza los recuerdos de algunos mensajes de ciertos gurús que siempre apuntan que el mundo se tiene que ir autorregulando y que consideran necesarios los desastres naturales, las epidemias y hasta las guerras, para frenar el crecimiento masivo de la población. Desconozco si tienen razón, pero sí se que nuestro mundo, cada poco, nos da un buen susto.
✕
Accede a tu cuenta para comentar