«Bacio» la mano

Aun sabiendo su condición de obra maestra, «El Padrino» de Mario Puzo, con su posterior adaptación cinematográfica de Francis Ford Coppola, ha hecho mucho daño. O al menos, ha confundido a determinadas cabezas. El mensaje de Don Corleone confesándole a Johnny Fontane que «un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca puede ser un hombre de verdad», algunos no han terminado de procesarlo bien.

Ya sabemos que el descaro cotiza al alza, pero estarán conmigo que al menos hace unos años, el rostro de hormigón armado se intentaba disimular algo más. Los tiempos han cambiado pero la ecuación enchufe y familia no ha variado un ápice su algoritmo. Hace unos días, el ministro del Interior francés, Bruno Le Roux, dimitió por haber contratado a sus hijas menores como asistentes parlamentarias durante 7 años, por lo que se embolsaron unos 55.000 euros del erario público. No es que desconfíe del criterio de las nuevas generaciones pero resulta un poco cantoso, sin que por ello esté dando por hecho que los consejeros de edad adulta sean más lúcidos. No ha sido el único. El presidente de EE UU, Donald Trump, se ha propuesto terminar con el paro en su país abriendo una agencia de contratación en su propia familia. Y están contratados todos: desde su hija, Ivanka, hasta su yerno. Eso, que sepamos. A saber dónde está el resto de la parentela. Y en el patio patrio también tenemos lo nuestro. El teniente de alcalde de Ada Colau justificó ante la Prensa la contratación de familiares diciendo que enchufaba a sus parejas en cargos de confianza porque quién más de confianza que sus parejas. O nos toman por tontos o se la bufamos desde que amanece hasta que se pone el sol, sin que lo primero exima de lo segundo. Supongo que olvidó el consejo que Vito Corelone le dice a su hijo Sonny: «Nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la familia». Espero que cuando firmen el contrato no digan aquello de «Bacio» la mano, en señal de confianza. Aunque ya saben: no es nada personal, son solo negocios.