César Lumbreras
Ballarín y el agua
Julio se despidió con una mala noticia: el fallecimiento de Alberto Ballarín Marcial. Mi primer contacto con él fue indirecto en la década de los setenta, cuando descubrí en casa de mis abuelos una carta que llevaba su firma, en la que daba a conocer la creación de ARA, la Asociación Regionalista Agraria, tras la aprobación de la Ley de Asociaciones Políticas en los últimos años del franquismo. Con ella pretendía reivindicar el papel de la actividad agraria y de los que la protagonizan como motor del desarrollo de los pueblos. Se lo contaría muchos años después, cuando tuve oportunidad de conocerle. Fue un hombre polifacético: notario, jurista de prestigio, político, agricultor, experto en arte y un estudioso del mundo del agua. Nació en la comarca de los Monegros, una de las más secas de España y con promesas incumplidas de transformación en regadío, y eso marcó su personalidad. En los últimos años del franquismo aparcó la notaría de Madrid y se puso al frente del Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario, el IRYDA, desde el que impulsó no sólo la agricultura sino también el desarrollo agrario, un concepto mucho más amplio, y la transformación y la modernización de los regadíos españoles.
Su obsesión por el agua le llevó los últimos años de su vida a financiar varios proyectos, hoy realidades, en África para construir varias balsas grandes o pequeños pantanos, realizar sondeos y perforaciones y dotar de este elemento básico a comunidades indígenas para beber, lavarse y la transformación de tierras en regadío y aumentar así la producción de alimentos contribuyendo a erradicar el hambre. Se trata de una de sus acciones más desconocidas y de las que él estaba más orgulloso. El agua siempre estuvo presente a lo largo de su vida, lo mismo que el desarrollo rural y el derecho agrario, otra de sus pasiones a las que dedicó tiempo y recursos económicos. Fue fundador y primer responsable de la Asociación Española de Derecho Agrario, y presidente de la asociación mundial de esta especialidad jurídica. También tuvo una explotación agraria en su tierra. Cada vez que hablabas con él salían a relucir muchos temas, pero, al final, todos terminaban en el mismo: el agua y su importancia para la vida.
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