Julián García Candau
Basta la artesanía
El Rayo Vallecano acudió al Camp Nou con grandeza de espíritu. Desde el comienzo pretendió disputarle la posesión del balón nada menos que al Barcelona. No se presentó como el modesto que solamente pretende recibir pocos goles. Quiso mostrar su buena condición futbolística, contrastada desde que comenzó el campeonato y lo dirige Paco Jémez. El Rayo estuvo a la altura de los barcelonistas con presión muy arriba y desplazamientos hacia la meta de Pinto con rapidez y peligro. La diferencia estuvo en el hecho de que Messi jugaba de azulgrana y tenía a su lado colaboradores tan excelentes como David Villa, a quien el público le dedicó gran ovación y coreó su nombre tanto por el gol que marcó como por el que erró.
El Barça hay momentos en que casi desespera porque se complica la vida innecesariamente. Pretende hacer arte cuando en el fútbol la artesanía es suficiente. El juego es más sencillo de lo que pretende crear el equipo barcelonés. Contrariamente a su idea, los goles los consiguió al contragolpe. Los ataques con rapidez valieron para que Messi marcara a pase de Villa y luego le devolviera el favor a éste. Con ambas jugadas se puso al Rayo Vallecano contra las cuerdas y del fuera de combate se salvó en ocasiones en que tanto como el acierto de sus defensas hubo errores de los atacantes. Messi falló lo impensable en él.
Los rayistas mantuvieron el descaro hasta el final y además del gol de Raúl Tamudo, recibido con pitos por su pasado espanyolista, y la Liga que perdió el Barça por un gol suyo, hasta el final mantuvieron sus deseos de aminorar la diferencia y el Barcelona mantuvo sus fallos en el remate.
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