Política

Toni Bolaño

¡Basta ya!

¡Basta ya!
¡Basta ya!larazon

El nacionalismo catalán está en posesión de la verdad y es el abanderado de la democracia. Además, la ideología nacionalista es la garante de la sociedad del bienestar y del futuro de progreso. Es el fin de las ideologías en plural. ¡Ni derechas, ni izquierdas! ¡Soberanismo! Quien no piense así es predemocrático, evidentemente no tiene razón, es un traidor a la patria, un botifler, un catalán de segunda vendido a una España que se hunde por su mala gestión, la corrupción y el despilfarro. Se supone que Cataluña está exenta. No tiene cuevas de Alí Babá ni cuarenta ladrones.

El pensamiento único se ha cubierto con sus mejores galas para dar amparo al discurso del president Artur Mas. Los medios de comunicación públicos y, sobre todo, los subvencionados se han afanado en presentarnos a un presidente sensato, que no baja la cabeza, que mantiene la hoja de ruta de «la mayoría» y que no renuncia –pese a las presiones de la pérfida España– al derecho a decidir del pueblo soberano. Catalán, claro.

Sólo existe la ideología, en singular. La que pone las cosas en su sitio. La que acuña la libertad en la Cataluña segregada, negando que hoy seamos libres. La que dirime quiénes son los buenos y quiénes los malos. La que fija al enemigo exterior. Lo sitúa en Madrid. Es el culpable de todos los males pasados, presentes y futuros. Son la caverna. La forman todos aquellos que se atreven a llevar la contraria ya sean de derechas, de izquierdas, federalistas, confederalistas, unionistas o autonomistas. Son los que atizan el discurso del miedo. Ese discurso que osa poner en cuestión la tierra prometida que nos indica el soberanismo. Es el que alerta de las mentiras y que no se traga el escenario idílico que nos dibujan los mensajeros del régimen.

La ideología única también señala al enemigo interior. Una especie de quintacolumnismo que se niega a seguir la senda del nuevo patriotismo. Cuestiona desde Cataluña la deriva soberanista, toda una afrenta. La cosa empeora cuando tienen la desfachatez de defender un nuevo encaje ajeno a la aventura secesionista. Con desprecio se les tilda casi de fascistas irredentos y algunos «demócratas de toda la vida» les avisan de que en la Cataluña libre «ya se pasarán cuentas». Son los calificados como «minoría» porque la mayoría es propiedad del pensamiento único. Algunos, muchos, no queremos comulgar con ruedas de molino y decimos alto y claro ¡basta ya! porque el mensaje único es presagio de totalitarismo.