Cristina López Schlichting
Batalla callejera
Voy a necesitar su ayuda si saben de contabilidad. Apunten gastos: cambio de cartelería en más de cien calles de Madrid; sustitución de letreros en las paradas de metro y autobuses; nuevos planos de los transportes públicos; notificación a los organismos y cambio de señalizaciones urbanas... creo que es un piquito. Pa ná... que levanten la mano los votantes que sepan quiénes eran los hermanos García Noblejas o Agustín de Foxá. Comprendo a los que critican que la ciudad estaba sucia, sea. A los que piensan que no se debió ahorrar a costa de ciertos servicios, vale; pero no entiendo que la prioridad de la nueva Concejalía de Cultura de la capital sea la purificación ideológica. En China, la Revolución Cultural obligaba a la quema de los libros de Balzac, mientras la gente padecía analfabetismo. Ojalá los niños madrileños leyesen a Pemán o al fascista Marinetti. El problema es que no saben quiénes son, ni aquéllos ni Alberti o Neruda. Podría entrar en una disquisición sobre la inconveniencia de dividir España de nuevo, pero es que me canso ya de tonterías. Hace mucho que comprendimos que había talento en Juan Ramón y Machado, pero también en Agustín de Foxá o Eugenio D’Ors. Que tan gran desgracia fueron los asesinatos de Miguel Hernández y Federico como el de Pedro Muñoz Seca. Que fue ciego y parcial el que cantaba a Líster, pero también el que loaba al Caudillo. ¿Qué Unamuno va a valer para el callejero, el republicano o el que lamentó los excesos de la República? ¿Qué Aleixandre, el que recibió en 1933 el Premio Nacional de Literatura o el del Premio de la Crítica, en 1963? ¿Sólo vamos a salvar la memoria de los literatos o artistas o alcaldes que padecieron el exilio, o también vale la de los que se quedaron pero litigaron con Franco, como José Bergamín? ¿Fue Salvador Dalí peor pintor que Picasso, por razones políticas? ¿Era Manolete un torero «del régimen»? ¿Y quién lo va a decidir, la concejala de Cultura que ha propuesto los cambios, la que protestaba desnuda contra las convicciones ajenas? ¿Acaso empezaremos a discutir si es mejor un español seguidor del Papa Francisco que un militante de Podemos? ¿Otra vez? Puestos a gastar, convóquese un congreso nacional –o mejor, internacional– para determinar si el talento fascista era superior al comunista. Y si las convicciones marxistas de La Pasionaria eran mejores que las falangistas de los García Noblejas. Que los asesores reciban becas para la investigación, pagadas por el Ayuntamiento. Total, nos sobran dinero y cultura.
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