Iñaki Zaragüeta
Batalla contra la corrupción
El presidente del Gobierno demostró ayer sensibilidad hacia los problemas de los españoles. Uno de ellos, el segundo en importancia, es la corrupción, con la grave consecuencia del desprestigio de los políticos y los partidos. No se olvidó de ello y, como debe ser en este tipo de asuntos de Estado, tendió la mano al resto de los grupos para encontrar instrumentos penales y procesales para combatir esa lacra.
La propuesta no puede caer en saco roto y fracasar como la efectuada hace un año. Para hacer camino, aplaudamos ya la primera iniciativa concretada por el presidente, la creación del nuevo tipo penal del delito de financiación ilegal de partidos, un flanco demasiado grande y oscuro en nuestra democracia y que afecta a todas las formaciones, como se ha demostrado en los últimos decenios sin que haya tenido las repercusiones personales que merece. Como tan bien expresaba en aquellos años de rebeldía Joan Baez «si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella».
Tenía razón Rajoy al subrayar la necesidad de reformar el Código Penal en este capítulo. Las medidas existentes se han mostrado insuficientes y «es preciso ajustarlas a la gravedad de las conductas» con un respuesta clara y contundente. Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames se corromperá (Bertolt Brecht).
Por su parte, a Rubalcaba puede que le conviniera denunciar la corrupción en el PP, pero debería haber exhibido más disposición a recoger el guante lanzado por Rajoy, más aún cuando de los 1.661 casos de corrupción que hoy están ante los Tribunales en España, 656 afectan a Andalucía, donde precisamente gobierna su partido, el PSOE. Así es la vida.
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