Ely del Valle

Bien pero mal

Las nuevas medidas anunciadas por Mariano Rajoy para agilizar la relación de los ciudadanos con la Administración Pública, evitar duplicidades, recortar lo superfluo y conseguir un ahorro sustancioso son una magnífica noticia que sólo tiene dos pegas: que va a pasar desapercibida y que, aunque forma parte de un paquete que ya se viene aplicando desde hace tiempo, llega tarde. Y es que volvemos a encontrarnos con los dos eternos problemas del PP que no son otros que su falta de sensibilidad y su penosa comunicación.

El primero le lleva a olvidarse permanentemente de que en política el cómo y el cuándo son tan importantes como el qué se hace; el segundo le aboca a cometer errores como éste de hacer anuncios de calado en un día en el que los titulares ya están vendidos a la consulta de Escocia. Si en vez de haber empezado los recortes por el tejado, o lo que es lo mismo, por el bolsillo de los ciudadanos, el presidente hubiera puesto en marcha hace dos años, no parte, sino todas estas medidas, otro gallo le hubiera cantado. Ahora que no hay economía familiar que no haya sufrido lo que no está escrito en pro del bien común, que se nos pormenorice un tijeretazo que tendría que haber sido prioritario, nos deja fríos.

Bienvenido sea todo lo que ayude a frenar el despilfarro desquiciante de los años de bonanza, pero que nadie en el Gobierno se sorprenda si no tenemos el cuerpo para la ola que sí hubiéramos hecho al principio de la legislatura. Y todo por haber vuelto a fallar, no tanto en el fondo como en la estrategia, en un asunto en el que el orden de los factores sí que altera el resultado final y en el que predicar con el ejemplo era imprescindible para generar empatía.