Restringido

Bien por Carmena

La Razón
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Mientras Ada Colau y el forofo del Cádiz intentaron reducir la importancia del 12 de Octubre con las majaderías e ignorancias de siempre, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, dio un ejemplo de respeto institucional. No sólo por el hecho de acudir al desfile militar, sino por su comportamiento, aspecto y naturalidad. Como Cristina Cifuentes y el ministro de Defensa, su cortesía gestual durante los acordes del Himno Nacional fue mucho más elegante que la de Rajoy, al que todavía no le ha explicado Moragas, su portador de carteras, que la posición de «firmes» exige juntar los talones para evitar el despatarramiento.

Faltaron tres presidentes autonómicos. El de Cataluña, Mas, está preparando su comparecencia ante la justicia. Admisible ausencia. El «Lehendakari» Urkullu, obligado a no acudir por compromisos de «batzokis». Y la presidenta de Navarra, Uxúe Barcos, por un motivo que entra de lleno en la lógica. No puede resultar agradable asistir a un desfile con militares y guardias civiles compañeros de los militares y guardias civiles asesinados por la ETA, mucho más cercana anímicamente a la presidenta navarra que la sangre derramada por aquellos que ya no pueden desfilar desde sus tumbas.

Buena armonía entre Núñez Feijóo y Susana Díaz. Para mí, que estaban consolándose mutuamente por los desbarajustes de sus casas nacionales. Y como siempre, seria y austera, la gran ministra del Gobierno, Ana Pastor. La más atractiva, la ministra de Agricultura y Pesca, escrito sea con el respeto que me merecen todas las mujeres que asistieron al brillante acto militar. No olvido a Jorge Fernández Díaz, que por mucho que duela a los demagogos, ha sido un magnífico ministro del Interior. Y Soraya no brilló especialmente. No pudo bailar.

El ministro de Defensa se despidió. Se va sin depender de los resultados electorales. Deja entre los militares un buen recuerdo, aunque ninguno de los ministros de Defensa comprendió y trató mejor a los decentes españoles que visten uniforme como el ministro socialista Julián García Vargas. Faltaron Margallo y De Guindos.

Ada Colau ha lamentado que el acto que reúne una vez cada año la emoción de millones de españoles en torno al Rey y a sus soldados, haya supuesto un pellizco a las arcas de 800.000 euros.

A ella, la gran derrochadora en chorradas. Con los Gobiernos de Zapatero, el desfile del Día del Pilar costaba más de dos millones de euros, y ahí coincidíamos Ada Colau y el que escribe. Una buena inversión, porque en aquellos tiempos estaba más calladita. Sucede que los Gobiernos conservadores, tan amedrentados y débiles ante sus peores enemigos, que son ellos mismos, no tienen conciencia de la importancia de la Defensa Nacional. Y siempre que hay que recortar gastos, no lo hacen despidiendo asesores contratados a dedo, sino en perjuicio del Ministerio de Defensa.

Ocurre que los militares españoles, con unos presupuestos mínimos comparados a los de otras naciones europeas, cumplen a la perfección con sus cometidos, y después de 40 años de servicios a España, viven con toda dignidad con sus ridículas jubilaciones. Ada Colau es más rica que cualquiera de los Tenientes Generales de Tierra y Aire y los Almirantes de la Armada. Y si no lo es ahora, lo será mañana.

Pero si el inicio fue para la alcaldesa Manuela Carmena, el final también hay que dedicárselo. Se trata de una norma de cortesía. La que ella tuvo conmigo y millones de madrileños y españoles representando con tanta dignidad a la capital de España en un día en el que España, con una fuerza emotiva especial, entra en nuestros corazones.

Doña Manuela, gracias.