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Bienvenida sea la multa
Las modelos deberían de ser ejemplos a seguir. Y muchas de las que han desfilado por las pasarelas han sido exactamente lo contrario. Los manipuladores de los gustos estéticos llevan siglos haciendo variar las consideraciones de lo que es bello y lo que no; pero en realidad todo tiene que ver con la moda que, al serlo, como decía Coco Chanel, pasa de moda. Lo que permanece es el estilo. Durante unas cuantas décadas esos a los que ahora llaman «trendsetters», o «influencers», establecieron que para que considerar a una mujer «capaz» de mostrar la ropa de un diseñador sobre su cuerpo tenía que ser un saco de huesos. Además de que obligar a una pobre chica a quedarse reducida a la estética de una prisionera de Auswitchz tendría que estar prohibido, resulta que, al convertirla en presunto paradigma, se encaminaba a muchas otras a obsesionarse con alcanzar su supuesta «belleza», inaccesible para una persona sana. Después de innumerables disquisiciones e infinidad de anorexias, varias pasarelas internacionales decidieron que ya estaba bien de hiper flacas y empezaron a aceptar mujeres con formas. Aún así, algunos «generales de la moda» seguían argumentando un absurdo «closer to the bone, sweeter is the meat» (cuanto más cerca del hueso más dulce es la carne), mientras París, capital de la moda no se pronunciara. Por fin lo ha hecho. A partir de ahora nadie podrá subir mujeres extremadamente delgadas a las pasarelas. Y será por ley y con sanción. Es una pena pensar que no ha habido otra forma de apartar un referente que nunca lo fue, más que la multa, pero si gracias a ella se recupera el sentido común, bienvenida sea.
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