Ely del Valle

Bipartidismo

La Razón
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El bipartidismo, tan denostado por muchos y que se creía superado con la llegada de nuevos partidos a la bancada del Congreso, se resiste a desaparecer y lejos de pasar a mejor vida, lo que ha hecho es cambiar de ecosistema instalándose en el interior de las formaciones de izquierda con una virulencia realmente notable. Podemos, PSOE e incluso IU son un claro ejemplo de que acabar con las «dos almas ideológicas» sobre las que durante décadas han estado pivotando ideología, sensibilidades y votos, es poco menos que imposible.

En Podemos el bipartidismo interno ha quedado claro con el enfrentamiento entre Iglesias y Errejón; en el PSOE lo encarnan Sánchez y la gestora, y en IU, Garzón ha conseguido hacer de un multipartido una perfecta división entre él y los demás. En todos los casos hay un subpartido que dentro de sus parámetros progresistas está más a la izquierda y otro que se sitúa más cerca de ese centro ocupado por Ciudadanos que es en sí mismo, bipartidismo puro. Unos son más proclives al pacto; otros están radicalizados y no quieren saber del resto ni para heredar; unos ganan, se sientan en primera fila y purgan; otros pierden, son relegados al rincón de pensar y esperan a que lleguen tiempos mejores que no son los de la unidad sino los de darle la vuelta a la tortilla. Lo que en la vieja política se llamaba alternancia.

En el Partido Popular, la existencia del «dos en uno» sólo se revelará en los congresos regionales donde las camarillas son bastante más evidentes, pero como el poder tiene la facultad de limar aristas, es muy poco probable que la sangre llegue al río.

Mientras tanto ahí siguen Podemos y PSOE, inmersos en unas divisiones internas que amenazan, como en el poema de las dos Españas de Machado, con helarles el corazón.