Política

Bisagras, mercenarios y pragmáticos

España, en una década, se ha convertido en un país políticamente irreconocible. Los protagonistas de entonces hoy están retirados y la tradicional hegemonía de PP y PSOE se ha convertido en un partido a cinco más los nacionalismos, lo que da lugar a múltiples composiciones.

El presidente Zapatero se hundió, literalmente, en mayo del 2010. Ahí empezó a fraguarse un clima de protesta social que cristalizó en el 15M y en la emergencia de nuevos partidos, aquél momento UPyD y posteriormente Ciudadanos y Podemos.

La indignación venía dada porque la gente consideraba que le habían engañado, que Zapatero negó una crisis que conocía desde el principio y luego, cuando vio que venía como un tsunami, congeló las pensiones máximas y bajó el sueldo a los funcionarios, lo contrario a lo que decía su programa electoral.

Eran tiempos en los que los votantes no perdonaban la “traición” de decir una cosa y hacer la contraria. Lo sorprendente es que los desencantados con estas cosas en el pasado se han refugiado hoy en líderes incumplidores profesionales de sus compromisos.

Por poner un par de ejemplos, recuerden a los precursores del “PP-PSOE la misma mierda es”, coreaban la consigna allá donde tenían oportunidad con algunos escraches incluidos, pues bien hoy lampan por un puesto en el gobierno del PSOE. En febrero del 2016 Pedro Sánchez no fue presidente del Gobierno por la negativa de Iglesias y Errejón, entonces número 2 de los morados, a apoyar un pacto con Albert Rivera.

Sin embargo, Íñigo Errejón ahora está dispuesto a lo que sea, incluido entregar el cadáver político de Carmena a los naranjas para ser la menina de un presidente socialista en la Comunidad de Madrid.

Pero el rey del despiste es, sin duda, Rivera. En solo tres años ha pasado de firmar un acuerdo de gobernabilidad con Pedro Sánchez a ser socio de la extrema derecha, hasta el punto de que en la campaña electoral solo le faltó ir al notario perjurando que con el PSOE nada de nada.

Pero una vez celebradas las municipales, ahora tiene que decidir si pacta con el PSOE, con el PP, con Vox e incluso con los podemistas de Errejón, a saber que terminará haciendo.

No se qué pensarán los que se decepcionaron porque Zapatero hiciera recortes y hubiese prometido lo contrario o los que se frustraron porque creyeron que Rajoy les sacaría de la crisis en seis meses obrando un milagro económico, cuando ven a Rivera dudar entre Abascal y Errejón e Iglesias.

Un puñado de dirigentes con más ambición que seriedad son los dueños de la famosa geometría variable, para algunos analistas configuran un complejo sistema de partidos bisagra, para otros son una generación de pragmáticos que se adaptan en cada momento a la necesidad. También hay otros que consideran que, sencillamente, ha llegado a la política la máxima de apoyar al mejor postor.

El bipartidismo tiene grandes defectos y genera problemas que no son sencillos, pero el multipartidismo sin valores es infinitamente peor.