Lucas Haurie
Bonita madurez
La revista Playboy, como tantos iconos del añorado siglo XX, no sobrevivirá a la era digital y ha querido despedirse con un desnudo de Pamela Anderson, buenorra neumática de la quinta del 67 que comparte generación con Carmen López, antigua miss y concejala de Ciudadanos en Castilleja de la Cuesta cuyo posado en pelota picada hace las delicias de los lectores de Interviú. No es casualidad que sean señoras con la cuarentena bien rebasada las que muestren su anatomía en estas publicaciones que más bien podrían considerarse reliquias: carnes ya maduras para un público mayor, pues no encontrarán a ningún nacido después de los ochenta que conserve la costumbre de consumir en el kiosco. «Le di a mi niña un tebeo y se creía que era un iPad estropeado», confesaba el otro día un compañero. Esta semana daba cuenta el INE del envejecimiento lampante de la población española, lo que contrasta con el afán excesivo de los partidos por ejercer una novísima política. Los candidatos a La Moncloa se tutean en los debates, como hacen los maleducados y los falangistas, mientras afean a Mariano Rajoy su renuencia a comparecer con ellos pero, ¿acaso no es una realidad demográfica que el peso del sufragio pureta decantará las elecciones? De momento, la democracia consiste en obtener votos y no en computar retuits, de modo que el PP se dispone a recolectar papeletas entre esos telespectadores de Bertín o de la Campos que con tanta petulancia desprecian estos gurús de la nada que ni siquiera son originales en el culto a la juventud, ya practicado por los totalitarismos de la centuria pasada. Los vídeos de redtube están muy bien pero las fotos de Pamela o de Carmen rememoran el dulce sabor de los años perdidos.
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