Toni Bolaño

Bono y Mas

No sé por qué José Bono explica en su libro que Mas le ofreció a Zapatero reducir sus exigencias sobre el término nación referido a Cataluña a cambio de que pusiera más dinero. Ayer mismo, en una entrevista en la Ser, el que fuera presidente del Congreso retó a Mas a desmentirlo. No sabría Bono que el presidente catalán ya lo había hecho. Recurrió a un chiste fácil diciendo que algunos deberían apellidarse Malo en lugar de Bono. No tengo datos para dar la razón a uno o a otro, pero me inclino por Bono porque el estilo de Mas no difiere mucho de esa propuesta que le hizo a Zapatero. El presidente catalán se aprovecha de las palabras para marear la perdiz. Para decir una cosa y poder interpretar la contraria en función de sus intereses. Al referéndum del 9 de noviembre le llamó consulta para luego convertirlo en proceso participativo, reivindicando aquella astucia para engañar a un Estado al que se acusaba de ladrón. Hoy la acusación pierde peso. Este año Cataluña se beneficiará de 8.250 millones del FLA. Durante semanas, Artur Mas estuvo mintiendo –a sabiendas– a los catalanes sobre la permanencia de una hipotética Cataluña independiente en la Unión Europea. En 2010, se puso a la cabeza de la «mayoría del pueblo de Cataluña». Se erigió en representante de un «pueblo» y diluyó a los individuos. Quizá por eso perdió 12 diputados. Ahora, Mas ha anunciado una convocatoria de elecciones anticipadas bajo la vergonzante épica nacionalista. La campaña se inicia el 11-S y se votará –lo dudo– el 27 de septiembre. No se han convocado antes porque la lista única ha sido un fiasco. Dijo que era una demostración de unidad cuando sólo quería adhesiones y culto a su personalidad. No lo logró porque los partidos no aceptaron esa especie de vacaciones y de confianza ciega. Anunció el 27-S afirmando que serán unas elecciones plebiscitarias cuando no lo son. Ante estas evidencias, señor Bono, no dudo de que usted cuenta la versión más verosímil. Tiene razón.