Cástor Díaz Barrado

Británicos solos

La Razón
La RazónLa Razón

La política exterior anglosajona es disparatada y camina hacia la destrucción. Los británicos son un buen ejemplo de ello. Dentro de poco sólo les quedará la lengua inglesa como instrumento de poder, lo que es mucho, salvo que el resto de la comunidad internacional decida, algo que debería hacer, establecer otras lenguas como principal medio de entendimiento en la sociedad internacional. Por lo demás, Estados Unidos ha logrado estar aislado en el continente americano y Gran Bretaña vive en la soledad más profunda en el continente europeo, y mucho más dentro de unos meses cuando consume su abandono de la Unión Europea. La decisión del Gobierno de Londres de detener las migraciones e impedir que ciudadanos de otros países se asienten en su territorio se hace con una alta dosis de equivocación. El nacionalismo más puro y rancio ha aflorado en la sociedad británica y sus líderes representan fidedignamente el papel que consideran que les corresponde. Se aproxima el fin del poder anglosajón. Asistimos a los estertores de una época en la que los británicos y estadounidenses marcaban el ritmo al resto de la comunidad internacional. Los británicos hace tiempo que dejaron de tener relevancia y ahora no lograrán que sólo los británicos se beneficien de su país, sino que, en realidad, se quedarán solos y no tendrán nada de qué beneficiarse. Sólo proyectan una imagen patética de su política exterior, ocupando militarmente territorios de otros estados como el caso de Gibraltar o las Malvinas. Los estadounidenses han comenzado a sentir su propia tragedia. En no mucho tiempo, los entresijos del poder mundial se encontrarán en otros lugares. Es el momento de tomar posiciones en la comunidad internacional y algunos estados lo están haciendo. La realidad anglosajona se difumina y, muy pronto, nuevos actores tendrán mayor protagonismo. Es el destino inevitable de los que se quedan solos. Los nacionalismos no están en minoría, están en soledad.