Lucas Haurie

C’s en su meca

La Razón
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Albert Rivera, españolísimo líder ascendente de sangre charnega al que alguna medianía local quiso denostar por catalán en la campaña de las autonómicas, presenta hoy en Andalucía un programa de reformas que querría emprender en solitario después del 20D, aunque la aritmética electoral lo obligará a hacerlo en compañía de otros. De las ambiciones regeneradoras de sus propuestas nada se sabe, porque bien se ha cuidado de ser más que sigiloso durante el proceso de redacción, pero lo que a estas alturas resulta incuestionable es el alto sentido de la mercadotecnia de los cerebros grises de su partido, que han elegido Cádiz para dar a conocer el proyecto que tienen para la España del siglo XXI: cuna del constitucionalismo, sí, pero sobre ello, primer lugar donde se expresa la soberanía nacional tal y como entendemos hoy el concepto. El texto de 1812 hablaba de los compatriotas de los dos hemisferios, a la salud de los campeones de la autodeterminación de alguna región nororiental. Aquí, la causa del liberalismo es gaditana e incluso diría que también la de la libertad a secas. Con la efímera Pepa, los españoles dejaron por primera vez de ser súbditos para convertirse en ciudadanos, eso mismo, y hacia la Isla de León se dirigía Riego cuando se sublevó junto a su tropa contra los reaccionarios que habían vuelto a cercenar las libertades durante el sexenio autoritario por orden de Fernando VII. Felones e inmovilistas de ayer y hoy, que no falten. Con semejantes precedentes, es sin duda la mejor ciudad para que luzcan estos españoles modernos y desacomplejados, definitivamente representantes egregios de una nueva política que será mucho mejor que la vieja. Son guapos y huelen a limpio, encima.