Julián Redondo
Cábalas
Martino convocó a la plantilla después de los goles de Lafita y recurrió a un asado de despedida, que al terminar la digestión se convirtió en el asado del milagro, porque al Madrid se le indigestó elValencia y al Atlético, el Levante. El fútbol alejó al Barcelona durante horas veinticuatro del título de Liga y al cabo de la trigésimo sexta jornada le devolvió a la zona candente. Tres días después, el Valladolid remató la faena valencianista y Ancelotti heredó la cara de rabia contenida y de evidente resignación del Tata.
Simeone no cambió el discurso por el traspié y, aunque no lo dijo públicamente, encomendó a sus jugadores una empresa colosal: «Ganad los dos partidos que quedan y la derrota ante el Levante será una anécdota».
Para ser campeón, bastaría al Atlético con dos empates. Mas su obligación es ganar al Málagapara relativizar el sufri- miento en el Camp Nou. El Barça tiene la obligación de vencer en Elche, que necesita puntuar para asegurarse la permanencia. En cuanto al Madrid, ahora es el «outsider» que espera el fallo de los demás, de tal forma que enfrentarse al Celta de Luis Enrique ha perdido elmorbo que Zubizarreta añadió al partido. Conjeturas por arriba y por abajo. El Betis indicó el camino hacia Segunda y sólo espera dos acompañantes. Hay varios que contra su voluntad, pero por su mala cabeza, optan a esas plazas.Y todo son suposiciones, cábalas alejadas de la «tradición mística y esotérica hebrea que intenta explicar doctrinas ocultas de Dios mediante la exégesis de la Biblia».
Puede que alguien haya recurrido a la magia negra, al conjuro al sortilegio para enredar al adversario en una catástrofe; pero el fútbol no es eso, porque sólo es fútbol (Boskov).
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