Iñaki Zaragüeta
Cada día asusta más
Pablo Iglesias está demostrando que lo único importante es reunir votos de cualquier procedencia y, a la vez, que la indulgencia no entra en su vocabulario. Igual que en su día se deshizo de Juan Carlos Monedero como cara pública, por sus devaneos con las irregularidades fiscales, ahora ha dejado en la cuneta a la jueza canaria Victoria Rosell a pesar de haberla defendido durante meses. Es verdad que motivos han dado el uno y el otro.
Eso sí, después de ver la conducta impresentable y oír las declaraciones de la magistrada, espero que nadie del PP o de cualquier otro partido que no sea el suyo caiga en su juzgado. ¿Qué puede esperarse de alguien que ha llegado a manifestar algo así como que los jueces dictan sentencias desde sus principios políticos? Bienvenida sea su despedida de la política, aunque no se pueda decir lo mismo de su vuelta a la Justicia.
Dicho esto, la deriva de Iglesias es el populismo del comunismo radical. Así se explica el fichaje de Diego Cañamero, jefe del SAT y lugarteniente de Gordillo en el asalto de fincas y supermercados, en sustitución de Andrés Bódalo, en prisión por darle una paliza a un concejal socialista. Nada ha importado a Iglesias que Cañamero tenga causas judiciales abiertas. Por no hablar del general Julio Rodríguez, que abrazó la fe podemita con el riesgo que ello supone para España si su formación llegara al poder.
Las maniobras de Iglesias me han recordado una frase que un día apunté: «Es increíble lo poco que puede hacer un hombre solo. Robar un poco, hacer un poco de daño, y ahí se acaba todo». Asusta más cambiar poco por mucho, como ha asustado a Julio Anguita darle el «sí». Así es la vida.
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