Alfonso Merlos
Cadena de mentiras
Un episodio más. Decisivo. Y una nueva farsa. Estamos ante un personaje que se ha comportado, en efecto, de manera extravagante y extraña; pero que al mismo tiempo sigue manteniendo un cierto nivel de credibilidad entre su boba parroquia. Ésa es la verdad y ése es el escenario que, hoy por hoy, se presenta dificilísimamente reversible.
Es mentira que la supervivencia del Estado de Bienestar en Cataluña pase por la independencia, porque son precisamente los bestias paladines de la separación los que se lo han cargado. Es mentira que haya una necesidad irrefrenable de iniciar la transición hacia un país libre, porque quienes así se pronuncian llevan años extendiendo su autoritarismo y su asfixia a las libertades por doquier. Es mentira que los poderes públicos catalanes se hayan empeñado en una colaboración leal con el Estado, porque hemos asistido a un intolerable ejercicio de traiciones, una tras otra, sin tregua y sin medida y sin control.
¿Qué es eso de que los emperadores del soberanismo pretenden construir un proyecto sobre las bases del respeto mutuo y la tolerancia? ¿De qué van los que dicen que es perfectamente factible la emergencia de un nuevo Estado enemigo de España pero amiguísimo de Europa? ¿A cuento de qué esta patraña de generar estabilidad por parte de los que están en una huida hacia delante para la división y la gresca?
Digámoslo claramente. Hace falta tener poca vergüenza para proclamar pomposamente que España ni protege ni defiende ni respeta a los sufridos ciudadanos de una de sus regiones. Son ustedes, señores del 3%, los que han dejado tirados, los que han atacado y los que han ultrajado a sus compatriotas. Acaben ya con sus trampas y con su insolencia. Compórtense como políticos y no como viles y alicortos pajarracos.
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