Política

Francisco Marhuenda

Cambios profundos y liderazgo fuerte

La Razón
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Todo indica que los cambios en el Gobierno y en el partido no serán cosméticos. Una de las cosas que más valora Rajoy, junto con la eficacia y la lealtad, es la discreción. Le gusta escuchar y preguntar, pero no es persona a la que le gusten las camarillas o los grupos clientelares como es habitual en la política. No los tuvo nunca y mucho menos desde que es presidente del Gobierno. Cuando era vicesecretario general del PP ni siquiera tenía un jefe de gabinete y no había a su alrededor un grupo de «fieles» como sí tenían otros dirigentes del partido. A su lado estaba el leal y eficaz Jorge Fernández Díaz como secretario de Política Autonómica que lleva con él desde principios de los noventa. Rajoy era Mariano, al que todos querían y respetaban, muy próximo y de trato afable, pero siempre discreto y prudente. Nunca quiso que le llamaran jefe, ministro o vicepresidente. A diferencia de las chorradas que algunos han dicho o dibujado, siempre fue muy trabajador y tenaz. Se aprendía los temas hasta llegar a una minuciosidad exasperante, porque como buen opositor sabe que la improvisación es mala. Rajoy es consciente de que a partir de ahora se juega las próximas elecciones y que los cambios en el Gobierno y en el PP son fundamentales en el nuevo escenario que se ha abierto tras el mal resultado del 24-M. Estos seis meses serán decisivos. Ahora se repite un escenario similar a 2008, cuando algunos, tanto de dentro como de fuera del partido, quisieron echarle de la presidencia del PP y sólo lograron que se creciera ante la adversidad. El mejor Rajoy siempre surge en los momentos en que le toca afrontar retos difíciles o cuando le dan por amortizado. Es un grave error que han cometido siempre sus rivales. Lo he visto muchas veces a lo largo de los años. Otro cambio decisivo ha sido asumir un papel más protagonista en el Gobierno y en el partido. Mariano Rajoy se juega su futuro y es un hombre, con sus virtudes y defectos, que siempre ha tenido las ideas muy claras. Hasta ahora era conveniente delegar, pero en este momento le toca asumir un papel tan distinto como decisivo.